viernes, noviembre 22, 2024
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América Latina coronavirus: Así es como están preparados para enfrentar la crisis económica provocada por la pandemia los países de América Latina

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La lucha contra el virus ha llevado a muchos a poner su sistema productivo en un «coma inducido» con la consecuente caída de la industria y del turismo.

Si a esto sumamos el desplome de los precios del petróleo y otros factores, la proyección es que la economía de América Latina y el Caribe se contraiga un 5,2%, según estima del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Y aunque todos los países sufrirán, el impacto dependerá de las características propias de cada economía.

El desmoronamiento de la industria turística afectará mayormente a las naciones caribeñas altamente dependientes de vacacionistas como República Dominicana, donde este sector representa cerca del 17% del Producto Interno Bruto (PIB).

La reducción de las exportaciones de materias primas a China, Europa y Estados Unidos pesará mayormente en las economías sudamericanas.

Mientras que en México y Centroamérica pasará factura tener una economía tan dependiente de su vecino del norte, que se ha convertido a ser el país con más casos confirmados y muertos por covid-19 y donde las solicitudes de subsidio por desempleo llegaron a 26 millones en las últimas semanas.

Así es que surge la pregunta: ¿cuáles son las naciones latinoamericanas mejor preparadas para enfrentar la crisis económica que se avecina como consecuencia de la pandemia?

Para Nora Lustig, profesora de Economía Latinoamericana de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans (EE.UU.), los países de la región mejor posicionados para enfrentar la crisis, inicialmente, son aquellos que cuentan con una deuda relativamente baja con respecto al PIB.

En entrevista con BBC Mundo, la economista destaca que de este grupo sobresalen tres economías: Colombia, Chile y Perú.

«Son países que tienen posiciones fiscales con mayor margen de maniobra», explica la también presidenta emérita de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (Lacea).

Según estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la deuda promedio en la región es de 62% del PIB.

En Colombia la deuda pública equivale al 51% del PIB, en Chile es del 27,7%, mientras que Perú tiene una de las más bajas de la región con 26,8%.

Sin embargo, eso no quiere decir que ninguna de estas tres economías vaya a salvarse del duro impacto económico ocasionado por la caída del precio de las materias primas.

Pero Lustig considera importante resaltar que las circunstancias y necesidades de la recesión económica que la mayoría de los países atravesarán este año son diferentes.

Así que es que se requieren fórmulas diferentes a las recetas más tradicionales.

«La austeridad suele recomendarse en crisis normales, crisis financieras, económicas, cambiarias (…). El problema actual es que parte de la caída del PIB se da por la necesidad de parar la actividad económica para hacer así frente a la pandemia», explica.

Desde un punto de vista fiscal, México es el país que ha tenido la peor respuesta frente a la crisis, estima la economista latinoamericana.

«No porque esté gastando mucho; México no solamente ha mantenido la austeridad previa, sino que la ha intensificado.

«Exagerar la austeridad puede ser totalmente contraproducente, porque lo que les importa a las calificadoras son los cocientes entre deuda y PIB, y no lo que pase con la deuda. En la medida en que las políticas de austeridad sean excesivas, el denominador va a decrecer más rápido de lo que debería y entonces el cociente deuda-PIB va a ser peor.

«Esto en los 80 era lo que llamábamos las políticas de sobreajuste y eso es algo que no se quiere ahora».

La economista mexicana Alicia Girón, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), también considera que las políticas de austeridad de Andrés Manuel López Obrador no le han hecho ningún favor a la economía de su país.

«La austeridad que ha implementado el actual gobierno se ha visto como transferir fondos para proyectos sociales, pero en realidad el Estado no ha sido capaz de fortalecer la inversión pública ni de atraer inversión privada», señala en diálogo con BBC Mundo.

«México tiene una perspectiva de crecimiento negativa de 6,6%, de acuerdo al FMI, pero la economía mexicana ya venía en declive por esas políticas», recuerda la economista.

Aparte de las posiciones fiscales de cada país, Lustig cree que la postura inicial de algunos gobiernos frente a la crisis, a la larga, también pasará factura.

«En el caso de Brasil, su gobierno sigue en negación, mientras que en México hubo una tardanza tremenda para aceptar que se tenían que adoptar medidas de precaución por el lado sanitario (…) esto generará más dificultades para hacer frente por el lado económico».

Además de México, por lo expuesto con antelación, Lustig asegura que Venezuela es uno de los peor parados para enfrentar la crisis económica tras la pandemia «por muchas razones».

El petróleo se estima que supone más del 90% de sus exportaciones.

Pero la dramática caída de la demanda energética ocasionada por el coronavirus ha afectado fuertemente los precios del petróleo.

El West Texas Intermediate (WTI), petróleo estadounidense de referencia, llegó a cotizarse recientemente en negativo por primera vez en la historia.

Además del drama que añade el desplome de los precios del petróleo, la economía venezolana acumula años de contracción.

En 2019, el PIB del país caribeño retrocedió un 35%, una cifra sin precedentes en su historia moderna, y la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) prevé una caída de 18% para este año.

La economía ecuatoriana será también una de las más afectadas de la región, de acuerdo a la profesora Lustig, por tener una economía dolarizada y, al igual que Venezuela, depender altamente de los ingresos petroleros.

Argentina «no puede pagar nada»

Este grupo lo integra también Argentina, por la «delicada» situación en la que se encuentra tratando de renegociar su deuda.

Y es que la economía del país sudamericano parece volver a estar cerca de un default.

Después de asegurar que Argentina «no puede pagar nada», el ministro de Hacienda, Martín Guzmán, presentó el pasado 16 de abril una propuesta de reducción de su deuda externa que incluía tres años de gracia y ahorrarse US$37.900 millones al dejar de pagar el 62% de los intereses.

Pero los acreedores del país rechazaron la propuesta.

Argentina es el país más endeudado de la región con una deuda fiscal equivalente al 93,3% del PIB, según el FMI.

Las economías latinoamericanas altamente dependientes de remesas también sufrirán.

El Banco Mundial estima que las remesas se hundirán un 19,7% este año, después de alcanzar un máximo histórico en 2019.

En El Salvador, por ejemplo, las remesas que anualmente envían millones de salvadoreños que residen en EE.UU. equivalen a al menos el 17,1 % de su PIB, según datos del Banco Central de Reserva de ese país.

Por su parte, Nicaragua recibió en 2018 US$1.501 millones en remesas familiares, un monto que representó el 11,4 % de su PIB, según datos oficiales.

En ese mismo sentido, la industria turística mundial afronta su peor crisis en décadas.

Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), el sector dejará de percibir este año entre US$300.000 millones y US$435.000 millones en todo el mundo con respecto al año anterior.

Las economías de países como República Dominicana, Cuba y Panamá dependen, en mayor o menor medida, de ingresos provenientes del turismo y estos también se verán mermados este año.

El FMI ha advertido que, incluso ante el escenario de una rápida recuperación, América Latina se enfrenta ante lo que posiblemente será otra década perdida para el 2015-2025.

La economista Nora Lustig cree que es aún difícil predecir el futuro porque se depende en gran parte del avance en las investigaciones médicas.

Las crisis económicas sufridas en América Latina en la década de 1980 son a menudo descritas como una década perdida. Expertos aseguran que la región experimentó una segunda década perdida a partir de 2012. ¿Será 2015-2025 la tercera? | GETTY IMAGES

«Si, por ejemplo, se descubre pronto un medicamento que sea profiláctico para tratar la enfermedad y que se pueda implementar rápidamente, entonces será posible relajar mucho más rápido las medidas de confinamiento, lo que acelerará la recuperación», explica.

Pero si la situación actual continúa y no se encuentra una pronta solución, «ya sea a través de una vacuna o una manera de tratar a los pacientes sin ejercer tanta presión en los sistemas de salud», Lustig advierte que sí habrá «muchos años perdidos» y no solo para América Latina.

La mayoría de los países desarrollados han implementado medidas de apoyo a la población más vulnerable para mitigar los efectos de la crisis económica.

En España, Francia y Reino Unido se han facilitado fondos para ampliar la cobertura del desempleo y se le ha garantizado liquidez a las pequeñas y medianas empresas, mientras que EE.UU. ha puesto en marcha multimillonarios planes de rescate y estímulo que incluyen transferencias directas de dinero a los ciudadanos.

Para Lustig, los gobiernos latinoamericanos han actuado, hasta el momento, con «demasiada cautela».

«Tiene que haber mucha más ambición, mucho más atrevimiento en la política monetaria y fiscal».

La economista mexicana Alicia Girón, experta en Latinoamérica, cree las naciones que mejor saldrán de esta crisis serán aquellas que sean capaces renegociar su deuda.

Asimismo considera que el gobierno deberá invertir más que nunca en salud, educación, alimentación y esfuerzos para reducir la pobreza a fin de mitigar el impacto social.

Lustig también considera necesario impulsar esfuerzos del Estado para ayudar a los más necesitados a través de los programas de transferencia que los países desarrollados están poniendo en marcha.

Pero aparte de apoyo monetario, debe haber «inversiones que no se deben ignorar», como la necesidad de proveer condiciones sanitarias indispensables para aplanar la curva de contagio.

Para ello, señala, «es necesario que toda la población tenga acceso a agua y jabón». Pero se trata de un objetivo que muchos países de la región todavía no cumplen

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