Bajo el título «Europa, reconstrucción y reforma», el artículo, publicado por El País y varios medios europeos, está firmado por la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, y los presidentes del Bundestag alemán, Wolfgang Schäuble; de la Asamblea Nacional francesa, Richard Ferran; y de la Cámara de Diputados italiana, Roberto Fico.
«Celebrar el Día de Europa es fortalecer nuestra confianza en la capacidad propia para superar las crisis», destacan e inciden en que su futuro y, especialmente el de la Eurozona, dependerá de si se logran superar conjuntamente y con éxito los desafíos actuales.
Pero sobre todo, añaden, de que se pueda encontrar una vía europea para detener la propagación del coronavirus de forma rápida y responsable y afrontar sus consecuencias, impulsando que todos los países de la Unión puedan movilizar los recursos necesarios para una recuperación común.
Los presidentes de los parlamentos consideran que, para esta nueva tarea de reconstrucción y reforma, se necesita de la iniciativa de la Unión Europea, con el objetivo de contrarrestar «los enormes efectos sobre la economía y la sociedad con un espíritu de solidaridad y de estrecha cooperación».
Abogan así por un plan de reforma con cambios estructurales en el ámbito político, económico, social y medioambiental y que mantenga el criterio de solidaridad que dio origen a la Unión Europea y que se basa en «la conciencia de resolver en conjunto y mejor los retos».
Según denuncian, la crisis del coronavirus se está utilizando para generar nuevas divisiones y enfrentamientos entre los pueblos, pero se reafirman en que «ninguna nación europea podrá existir por sí sola».
Defienden que la Unión Europea no quiere sustituir a los estados ni eliminar las diferencias entre las naciones, dado que la diversidad también es una de sus características y exige ponerse en la posición del otro para adoptar su perspectiva.
«Solo así podemos -ya sea en el Norte o en el Sur, en el Oeste o en el Este- tener en cuenta todos los puntos de vista y finalmente llegar a una acción conjunta», recalcan los presientes de los parlamentos, que asumen su responsabilidad común de actuar como «bisagra» entre la población y las instituciones europeas.
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