El Ministerio Público de Sao Paulo en Brasil (MTP) informó el viernes 26 de junio que una empleada doméstica, víctima de maltratos y torturas psicológicas, fue rescatada de una casa, donde trabajaba hace más de 20 años en condiciones de esclavitud.
La mujer, de la tercera edad, “estaba siendo víctima de agresión, maltratos, castigos, tortura psíquica, violencia patrimonial y explotación de trabajo por sus empleadores”, fue el comunicado que difundió el MTP.
La diligencia del MTP se llevó a cabo tras las innumerables denuncias que recibieron de trabajo esclavo y violaciones de derechos humanos. Se detuvo a la propietaria del inmueble, pero después fue liberada tras pagar una fianza.
Al llegar a la casa, las autoridades descubrieron que la señora vivía en un depósito de muebles, ubicado en el patio de la casa, donde dormía en un “viejo sofá, sin acceso a alimentación ni baño y sin un salario periódico”.
Ese dramático escenario junto con los relatos de varios testigos confirmaron la realidad de “trabajo esclavo moderno, agravada por la vulnerabilidad de la víctima”.
Según los vecinos del barrio Alto Pinheiros, conocido por ser una zona de clase media alta situada al oeste de la capital paulista, la mujer trabajaba en esas duras condiciones porque no contaba con un lugar para vivir.
Una vez que el Ministerio Público de Trabajo liberó a la trabajadora del hogar de la crítica situación de explotación, le concedió su seguro de desempleo y bloqueó la opción de vender el domicilio de los empleadores hasta el final del proceso.
“No tiene sentido que después del rescate la víctima acabe en una situación todavía peor de la que ya estaba”, sostuvo la procuradora Alline Pedrosa Oishi Delena, quien resaltó lo difícil que es conseguir un empleo durante la crisis por el coronavirus, además la vulnerabilidad de la trabajadora por estar en el “grupo de riesgo”.
Según la agencia EFE, la víctima trabajó para una “ejecutiva del ramo de los cosméticos” sin contrato, vacaciones ni paga extra en 1998. Doce años después, la empleada doméstica se fue a vivir a casa de la madre de la patrona, cuando esta se mudó a otra ciudad del Brasil.
En aquella época, la víctima recibía alrededor de 400 reales (unos 75 dólares) de manera esporádica, aunque su salario fue reducido a 250 reales (unos 50 dólares) cuando pasó a trabajar con una de las hijas de la patrona y su esposo en la casa de Alto de Pinheiros.
La obligaron a vivir en el jardín
Tras la venta de la casa de la madre de la patrona en 2017, la trabajadora fue a vivir en el jardín del inmueble, donde fue rescatada esta semana.
Eso no fue todo, ya que por la llegada del coronavirus a Brasil los patrones prohibieron la entrada de la trabajadora al domicilio, por lo que la víctima tenía que usar un cubo y una taza para hacer sus necesidades.
Por su parte, los dueños negaron una relación laboral con la mujer, aduciendo que en los últimos años ya no realizaba tareas domésticas y que “no sabían cómo se lo hacía para usar el baño”. Además, la propietaria dijo a las autoridades que la anciana vivía en la casa de su madre como “favor”, mientras “buscaba un lugar donde vivir”.
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