Brasil registró este miércoles 1 038 nuevas muertes y 46 712 nuevos casos de coronavirus en las últimas 24 horas, con lo que ya superó las 60 000 víctimas mortales y bordea los 1,5 millones contagios en poco más de cuatro meses, informó el Gobierno.
Según el nuevo boletín del Ministerio de Salud, Brasil acumula hasta este miércoles 60 632 muertes por coronavirus y 1 448 753 casos confirmados de la enfermedad desde que registró el primer caso el 26 de febrero pasado.
El boletín indica que la tasa de muertes por la enfermedad en Brasil es de 29 por cada 100 000 habitantes y la de contagios de 689 por cada 100 000 habitantes.
Tales cifras y tasas confirman a Brasil como el segundo país más afectado en el mundo por el coronavirus después de Estados Unidos, como el epicentro de la pandemia en América Latina y como uno de los nuevos focos globales de la enfermedad.
Según el Ministerio de Salud, 826 866 pacientes con coronavirus ya se recuperaron y fueron dados de alta en todo el país, lo que equivale al 57,1 % del total de infectados, y otros 561 255 (38,7 %) continúan bajo observación médica.
El boletín indica igualmente que otras 3 931 muertes sospechosas están bajo investigación.
Tercer mayor número de contagios diarios
El número de muertes diarias del miércoles se ubicó por debajo de las 1 280 del martes, mientras que el de casos aumentó con respecto a las 3 846 de la víspera.
La cifra diaria de muertos está lejos del récord de 1 473 registrado el 4 de junio, pero la de contagios es la tercera mayor desde el comienzo de la pandemia, tras los 54 771 casos contabilizados el 19 de junio y los 46 860 del 26 de junio.
Pese a que el número de casos en Brasil continúa creciendo, la curva de contagios es diferente dependiendo de la región, debido a que hay algunas ciudades y estados que ya pasaron por el pico y otros que aún no se han acercado.
Una gran parte de los Gobiernos regionales y municipales, por lo mismo, inició procesos de flexibilización de las medidas de aislamiento social que rigen desde marzo.
La desescalada es incentivada por el propio presidente brasileño, el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia y que defiende la inmediata normalización de todas las actividades.
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