Según las autoridades, una veintena de policías resultaron heridos y otra decena de personas fueron hospitalizadas por irritaciones en los ojos y problemas respiratorios por el gas lacrimógeno usado por los agentes. Según las últimas informaciones oficiales, 35 personas fueron detenidas durante los disturbios.
Los manifestantes lanzaron huevos, piedras y tomates contra los agentes, en medio de gritos como «dimisión» y «mafia». Además, intentaron bloquear el acceso al Parlamento que celebró hoy su primera sesión tras las vacaciones de verano.
Las fuerzas antidisturbios, que acudieron al centro de la capital con miles de efectivos, recurrieron a gases lacrimógenos para repeler a los manifestantes y permitir así el acceso de los diputados al Parlamento.
El centro de Sofía vive desde hace 56 días protestas contra el gobierno y la fiscalía general de Bulgaria, acusados de ser cercanos a la oligarquía económica del país balcánico, el más pobre de la Unión Europea.
Si bien las protestas suceden desde el pasado 9 de julio, la manifestación de hoy fue más amplia de lo habitual, pues los organizadores parecen haber logrado movilizar a ciudadanos de otras partes del país que acudieron a la capital.
Las protestas iniciaron en Bulgaria hace casi dos meses exigiendo la salida del primer ministro y del fiscal general.
También hubo protestas en otras ciudades, como Ruse, al norte de Bulgaria, donde los manifestantes cortaron el puente sobre el Danubio que une la ciudad con la vecina Rumanía, o en Varna, en la costa del Mar Negro. Según la emisora estatal bTV, los manifestantes también bloquearon un punto fronterizo terrestre con Rumanía.
En medio de la pandemia de la COVID-19, Bulgaria atraviesa la peor crisis política e institucional desde hace años. La ola de protestas revela el profundo descontento de la población con el Gobierno de Borisov, una coalición de conservadores populistas y ultranacionalistas.
Los manifestantes exigen la dimisión de Borisov, quien domina la política búlgara desde 2009, y del fiscal general, Ivan Geshev.
En un intento de calmar los ánimos, el primer ministro dijo estar dispuesto a dejar el cargo si el Parlamento aprueba un proyecto de su partido, el GERB, para iniciar el proceso de redactar una nueva Constitución.
Pero la idea no ha impresionado ni disuadido a los manifestantes, que ven en ella un intento de Borisov de ganar tiempo para permanecer en el poder hasta las elecciones legislativas regulares previstas para la primavera de 2021.
También la principal formación opositora, el Partido Socialista, y su aliado, el presidente del país, Rumen Radev, exigen la renuncia del Gobierno.
Si bien coinciden en la necesidad de una reforma constitucional, rechazan que el procedimiento esté liderado por el GERB, por lo que exigen elecciones anticipadas.
En un discurso ante los diputados, Radev instó este miércoles al Parlamento a rechazar la propuesta de Borisov para una enmienda constitucional y exigió la disolución de la Cámara
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