El alcance de las inoculaciones en el marco del programa de emergencia, que China puso en marcha en julio, pero del que ha publicado pocos detalles, muestra las iniciativas emprendidas en el uso de vacunas experimentales con la esperanza de proteger a los trabajadores esenciales contra un posible resurgimiento de la enfermedad de la COVID-19, incluso pese a que los ensayos clínicos aún están en marcha.
El programa estatal está destinado a grupos específicos, incluyendo personal médico y aquellos que trabajan en mercados de alimentos y en los sectores de transporte y servicios.
Sinovac, cuya vacuna CoronaVac está en la fase 3 de los ensayos clínicos y ha sido incluida en el plan de emergencia, ofreció la vacuna candidata a entre unos 2.000 y 3.000 empleados y sus familias de forma voluntaria, dijo el director ejecutivo Yin Weidong a Reuters.
“Como desarrollador y fabricante de vacunas, un nuevo brote podría impactar directamente en nuestra producción de vacunas”, dijo Yin al margen de una feria internacional en Beijing, explicando por qué su compañía fue incluida en el programa de emergencia.
Los datos recogidos en el programa podrían ofrecer pruebas de la seguridad de la vacuna, pero dichos datos, que no forman parte de los protocolos de ensayos clínicos registrados, no se utilizarán como elementos principales que revisarán los reguladores a la hora de juzgar si se aprueba la vacuna para su uso comercial, según Yin. Dijo que aquellos que eligieron ser inoculados, incluyendo su esposa y sus padres, fueron informados de los posibles efectos secundarios antes de recibir la vacuna, y que solo se han completado los ensayos de etapa inicial y media.
Yin, que también se vacunó, dijo que los médicos le preguntaron sobre sus condiciones de salud antes de la vacunación, y que la tasa de reacciones adversas entre los vacunados ha sido “muy baja”. Los efectos secundarios después de tomar CoronaVac incluyen fatiga, fiebre y dolor, con síntomas mayormente leves, según los resultados de un ensayo de etapa media patrocinado por Sinovac, en el que participaron 600 personas y que se publicó el mes pasado antes de la revisión por pares.
Ninguna vacuna ha pasado aún las pruebas finales a gran escala para demostrar que es lo suficientemente eficaz y segura para proteger contra un virus que ha causado más de 870.000 muertes en todo el mundo
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