En 1951 Dinamarca decidió conducir un experimento social en una de sus colonias de la época, Groenlandia, y tomó 22 niños de familias groenlandesas para trasladarlos a su país en un intento por cerrar la brecha cultural con su entonces dependencia administrativa.
El experimento consistía en llevar a los niños a Dinamarca, donde se les prometió una vida mejor pero alejada de sus familias de origen. La idea era que tiempo después regresaran a Groenlandia como daneses asimilados para formar una futura élite que enlazara Copenhague (capital de Dinamarca) con Nuuk (capital de Groenlandia).
Sin embargo, la separación de sus familias fue total y cuando volvieron a su país no regresaron a sus hogares. Por el contrario, al regresar a Nuuk los enviaron a orfanatos y muchos de ellos nunca volverían a ver a sus padres.
“No podemos cambiar lo que sucedió. Pero podemos asumir la responsabilidad y disculparnos con aquellos a quienes deberíamos haber cuidado pero no lo hicimos”, dijo la primera ministra Mette Frederiksen en un comunicado.
Esta es la primera admisión oficial de responsabilidad por parte del Estado de Dinamarca ante estos hechos que datan de hace más de 70 años. También constituye la primera pedida de perdón público a Groenlandia, que desde 1953 no es más una colonia danesa, aunque todavía depende en gran medida de las relaciones comerciales con el país escandinavo.
“He estado siguiendo el caso durante muchos años y todavía estoy profundamente conmovida por las tragedias humanas que contiene”, dijo Frederiksen, quien envió una carta a cada uno de los seis niños que aún viven.
Una de esas niñas es Helene Thiesen, quien tenía apenas 7 años cuando la separaron de su familia y la llevaron a Dinamarca. La mujer afirmó a la agencia de noticias Ritzau que el mensaje la reconfortó y que es el premio a una larga lucha de más de 20 años persiguiendo esta reivindicación.
“Me alivia que la disculpa finalmente se haya entregado. Es realmente importante. Lo significa todo. He estado luchando por esto desde 1998”, dijo.
Las declaraciones del Gobierno danés fueron motivadas por un estudio que examinó el destino de cada uno de los 22 niños separados de sus familias a mediados del siglo pasado.
Muchos sufrieron condiciones de vida difíciles al ser regresados a los orfanatos de Groenlandia. Otros, como Thiesen, llevan años esperando que se reconozca el daño que les causaron cuando apenas tenía pocos años de vida.
Según informa el diario local The Local Denmark, esa publicación conmovió al primer ministro groenlandés Kim Kielsen, quien declaró que “la cooperación entre Dinamarca y Groenlandia se ha desarrollado mucho. Hoy somos iguales, mirando juntos hacia atrás en la historia “.
Groenlandia, con su enorme territorio ártico, hoy es un territorio autónomo dentro del reino de Dinamarca y mira hacia una pronta independencia total. En la actualidad aún depende de la corona para funciones del Estado tales como el mantenimiento de la moneda, las relaciones exteriores y la política de defensa.
Separarse significaría perder un subsidio anual de unos 480 millones de euros, que equivalen al 60% de su presupuesto.
La disculpa oficial de Dinamarca con los niños tomados y en general con el territorio de Groenlandia podría ayudar a mermar al menos por un tiempo los ánimos separatistas.
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