“El de esos barcos es un ambiente y un tema complicado. Desde el momento en que se los captura comienzan problemas de difícil solución. Uno es el idioma. Cuando hay que interrogar al capitán, no tenemos traductor, Y a veces lo manda la empresa, lo que no es ninguna garantía. Además en los barcos de origen oriental, las tripulaciones hablan en distintos dialectos. Puede haber 10 en un solo barco. Ni se entienden entre ellos, ¡qué podemos esperar nosotros! Es difícil. Hubo casos en que prefirieron hundirlos antes que los capturen”.
La frase corresponde a un exsecretario del juzgado federal de Rawson. Ya retirado, recordó ante Clarín las peripecias que tuvo que atravesar cada vez que se capturaba a un barco pescando ilegalmente dentro de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Argentina. No es un tema nuevo, lleva décadas. Aunque cada vez son más.
El tema volvió a tomar dimensión con la captura consecutiva de tres barcos (dos chinos y uno portugués) pescando ilegalmente en aguas argentinas. Es decir, dentro de las 200 millas. Uno de ellos, que había escapado beneficiado por una tormenta, decidió “entregarse” y ahora espera las actuaciones judiciales en la rada de Madryn porque no lo dejan ingresar al puerto.
En las 200 millas hay una verdadera ciudad de barcos extranjeros. Se calcula que entre 350 y 400. Llegan a permanecer por esos remotos sectores del mar hasta dos años. Son en general de origen oriental. Hay barcos chinos y coreanos. Pero también rusos, españoles, ingleses y sudafricanos. Son tangoneros (los que pescan únicamente calamar) y de arrastre (pesca con red).
Se trata de barcos factorías. Congelan y procesan a bordo. Después traspasan el producto a otro que los lleva a los puertos de sus países o los desembarca en Uruguay.
“Son verdaderos freezer flotantes. Y están depredando toda la zona que es un verdadero santuario. Porque los de arrastre no hacen ninguna selección. En ese corredor biológico hay orcas, ballenas, elefantes y lobos marinos y delfines. Todos caen en las redes”, le dijo a Clarín Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace.
Los buques ilegales que ocuparon estas aguas venían tras la pesca de calamar. Se estima que estas embarcaciones pueden llegan a capturar 50 toneladas por noche y algunos barcos pueden llegar a medir hasta 70 metros de eslora.
“Las calles se vacían por el coronavirus, pero el mar se llena de barcos, algunos sin bandera para depredar nuestros recursos”, ironizó Vueso. Y dijo que por medio de su campaña por la protección de los océanos, “reclaman a los gobiernos en la ONU retomar las negociaciones por el Tratado Global de los Océanos, postergadas por la emergencia sanitaria que enfrenta el mundo ante el Covid-19”.
Y calificó al lugar como “el Lejano Oeste, aguas de nadie donde no existe ni se respeta ninguna ley. Hay tantos barcos que a veces se chocan entre ellos”. Y dio otro dato: “Comenzaron a proliferar los denominados “barcos tankes”. Son los que llevan combustibles, enormes, verdaderas plataformas. Algunos repletos de petróleo. Los mandan a dar vueltas por los mares por la baja del precio. Pueden provocar un daño ecológico difícil de dimensionar”.
La existencia de interminables cardúmenes de calamares y otras especies (como merluza y merluza negra) hace que las flotas pesqueras elijan sectores del sur argentino para la pesca. “Lo de la milla 200 es complicado. A veces en esos lugares, una ola grande puede significar que los pesqueros estén dentro o fuera de la Zona Económica Exclusiva Argentina”, explicó a Clarín Adrián Awstin, secretario de pesca de Chubut.
También argumentó por qué pescan generalmente de noche, generando desde el aire la visión de verdaderas ciudades. “La luz atrae al calamar. Y además por eso suelen pescar dentro de nuestra zona. Es que a veces una milla (alrededor de 2 kilómetros) representa también un brusco cambio de la profundidad debido a la forma del talud continental. En la milla 201 puede haber 4.000 metros y en la 199, apenas 300. Es decir que ingresa más la luz solar y entonces hay más pesca”.
Awstin dijo también que “abundan los factorías y andan en grupos. Y es muy común el transbordo de mercadería y de tripulación en alta mar de un barco a otro. Es decir que hay también “embarcaciones de servicio”, que son las que se llevan el producto y traen tripulación nueva”. Y habló del caso de Uruguay: “A estas flotas las beneficia poder hacer puerto en Uruguay, que les queda cerca. Allí bajan mercadería que después sus empresas exportan. Alli también cargan combustibles, las tripulaciones bajan y gastan dinero”. Pero todo es legal porque en el país vecino generalmente no saben si esos barcos violaron alguna ley pescando ilegalmente.
Por su parte, el capitán de navío Rodolfo Ramallo (encargado de la información en la Armada) reconoció ante una consulta de este diario que en el lugar existe una “importante y estable concentración de barcos” y que “nosotros hacemos los controles y a veces las transgresiones son mínimas”. Y dio como ejemplo, el barco portugués recientemente capturado. “Estaba en la milla 199,5. Pero igual estaba en infracción”. Y agregó: “La Armada no escapa a la actual situación. Si bien los controles con habituales en este momento hay mucho personal colaborando con la emergencia de la pandemia del Covid-19. No escapamos a la situación actual”.
Por último, Vueso aseguró que “las pesqueras en esta región incurren con frecuencia en prácticas ilegales y desreguladas. Realizan actividades en contravención de leyes nacionales, regionales e internacionales; no reportan o informan todas sus actividades u operaciones y capturas en alta mar. Realizan pesca con embarcaciones sin bandera. Además, sus técnicas son devastadoras, sumamente dañinas y nocivas para los ecosistemas marinos”.
De la milla 201 a la milla 199 puede haber una ola grande de diferencia. La delgada línea que separa a los barcos extranjeros de la legalidad puede verse perfectamente a través de un radar de la misma manera que puede ser burlada. Muchas veces los capitanes de los barcos orientales (los más capturados hasta ahora) ganan tiempo poniendo como pretexto que no entienden la orden de detenerse que se emite desde los barcos de control argentinos. Entonces puede haber disparos y persecuciones. Ocurrió una vez que provocaron el hundimiento del pesquero y los tripulantes se arrojaron al mar. Fueron rescatados y llevados a Madryn. Por allí deambularon largo tiempo abandonados a su suerte mientras la justicia intentaba encontrar un traductor para poder interrogar al capitán. Parece bizarro, pero es real.
Estrella Digital