Lula da Silva, presidente electo de Brasil, ha decretado la intervención federal para imponer un «castigo ejemplar» a los «vándalos«: «Este asalto no tiene precedentes». Tres horas después de que comenzara el ataque, las fuerzas de seguridad han retomado el control de los tres edificios institucionales, Congreso Nacional, el Palacio Presidencial de Planalto y la Corte Suprema.
Los radicales extremistas de derechas, seguidores de Bolsonaro, casi todos con camisetas amarillas y verdes y banderas de Brasil, que defiende tesis golpistas, superaron las barreras policiales y se enfrentaron con los agentes de seguridad, que respondieron al asalto con gases lacrimógenos, entraron en los edificios institucionales y arrancaron la puerta del presidente de la Corte Supremo pidiendo una intervención militar para derrocar a Lula apenas una semana después de su investidura, en unas imágenes que recuerdan al asalto al Capitolio por los seguidores de Trump hace dos años.
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El apoyo de los líderes internacionales al presidente ha sido contundente ante el asalto por parte de los seguidores de Bolsonaro. Desde España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha condenado con rotundidad el asalto a la vez que ha mostrado su apoyo a su homólogo brasileño y ha instado a recuperar la «normalidad».
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha pedido una reunión urgente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para atender el intento de «golpe» en Brasil.
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El presidente francés, Emmanuel Macron, ha reclamado que se respete «la voluntad del pueblo brasileño y las instituciones democráticas», tras el asalto a los principales centros del poder en Brasilia por bolsonaristas, y ha señalado que el presidente Lula da Silva, «puede contar con el apoyo indefectible de Francia».