La sala contaba con una buena presencia de diputados cuando Zapatero ha sido preguntado por Rajoy acerca de Repsol. El presidente no se ha movido un ápice de sus palabras este martes en el foro del The Economist. No habrá intervención del Gobierno, pero defenderá que sus accionistas de referencia -actualmente Sacyr Vallehermmoso y La Caixa- sean españoles y tengan autonomía. Decía Zapatero que pese a las «duras críticas» recibidas de la oposición, el Gobierno ha defendido a Repsol en Ecuador, Venezuela y en todos los países donde obtiene el crudo «que luego consumimos en España», porque, «a pesar de que usted habla del petróleo y del gas español» -ha señalado- «en España no hay ni gas ni petróleo». Cruce de aplausos y voces. Después ha hecho explícito el respeto al libre mercado tras ironizar sobre las ideas «liberales» del PP: «Exigen intervención y no lo puedo hacer». También ha acusado a su oponente de inducir a una cierta confusión «al amparo de hacer una trinca política».
Rajoy ha entrado fuerte. La ley -le dijo- prevé procedimientos para evitar la entrada de Lukoil en Repsol YPF. «Usted puede hacerlo y, si no lo hace, le acusaré aquí de ser el responsable en contra de los intereses generales de España de un escándalo mayúsculo». Rajoy ha recordado que el Gobierno participó en la entrada de Sacyr en Repsol a través del Instituto de Crédito Öficial, por lo que pidió que «ahora no le echen el muerto a nadie». Señaló que si finalmente Lukoil compra el 29,9 por ciento de Repsol al doble de su actual precio de mercado «se habrá producido un enorme fraude en contra de los intereses de cientos de miles de pequeños accionistas que no van a cobrar lo que van a cobrar dos o tres accionistas que van a dar el control completo de la compañía.» En su breve pero contundente declaración, Rajoy ha dicho más: «Repsol no es una cadena hotelera», con un valor estratégico, por lo que «no se puede dejar, para arreglar los problemas personales de algunos, incluidos los suyos, en manos de una empresa dudosa vinculada a un Gobierno que usa sus armas energéticas como todos hemos visto que las usa». Zapatero ha concluido el debate con una afirmación: «El Gobierno hará las cosas bien»
La Memoria y Afganistán
La mañana se desperezaba con ecos de la Memoria Histórica, en palabras del diputado de ICV, Joan Herrera, quien reprochaba al presidente del Gobierno la «decepción» de las «víctimas» de la guerra civil y el franquismo. Zapatero, grave, apostaba por «recordar a las víctimas y olvidar la dictadura». Aún estaba latente en el hemiciclo, y en la prensa escrita, las últimas polémicas por la iniciativa fallida del reconocimiento a Sor Maravillas, incluidas algunas fantasías perversas escritas sobre la religiosa.
Despúes vendrían cosas más serias, como la misión «de paz» de nuestros soldados en Afganistán, y la apelación sentida de la ministra Chacón al consenso de todos para evitar las polémicas y respaldar a las tropas españoles en aquel país.
Terminado el cara a cara, Sáenz de Santamaría y De la Vega han interpretado su turno. Soraya Sáenz de Santamaría ha espetado a De la Vega que , en criterios de rentabilidad, los ministros del Gobierno «deberían devolver el sueldo» y la vicepresidenta le ha recomendado unas gafas para observar los escaños del banco azul y le ha devuelto la insinuación: «mire en sus filas».
Lo cierto es que muchas bancadas iban quedándose vacías. Algunos han abandonado el escaño tras el turno Zapatero-Rajoy. Éste último ha permanecido sentado arropando a su portavoz parlamentaria durante algunos minutos. Jorge Moragas, dentro del hemiciclo, atendía de pié, hasta que el líder del PP ha dejado su escaño y se ha reunido con él. Tras Rajoy, otras señorías han seguido sus pasos y un aforo más ligero ha mantenido los debates. En la calle seguían las preguntas sobre Repsol, y en los pasillos del Congreso, Gaspar Llamazares intercambiaba palabras con periodistas.
Chelo Aparicio