jueves, noviembre 21, 2024
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Obama como ejemplo

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Los que querían que el presidente Bush abandonara la Casa Blanca no tenían más que esperar, porque su reelección era imposible. Los que querían que, tras ocho años de Administración republicana, cambiante en algunos asuntos sensibles pero incapaz de lograr ni sus propios objetivos, están de enhorabuena, dentro y fuera de Estados Unidos, con el triunfo de Barack Obama. Sin embargo, los que deseaban -o esperaban- que la próxima legislatura demócrata fuese una revancha o la plasmación de una política abiertamente de izquierdas (fin del capitalismo y cambio radical de los presupuestos de la política exterior incluidos) tienen que sentirse un tanto decepcionados por el presidente electo. La apelación a dar del todo la vuelta a la tortilla era, como todo lo indico ahora, una estrategia electoral, que le sirvió tanto para ganar a Hillary Clinton en las primarias como a McCain en las elecciones, pero no un programa de Gobierno.

Ahora se va formalizando, en lo económico y en lo político, un equipo más bien bipartidista y, en las orientaciones, más bien de centro derecha, lo que la incorporación de la senadora Clinton subraya. A pesar de que los demócratas serán, sin duda, más intervencionistas que los republicanos en economía (y más proteccionistas, para preocupación de países terceros), los expertos que rodean a Obama son más ortodoxos con el sistema de Estados Unidos que lo que pueda ser cualquiera de sus hollingans europeos. Y, en materia exterior, asistimos a la paradoja de que puede ser secretaria de Estado una senadora que, a diferencia del próximo presidente, votó a favor de la intervención aliada en Iraq. La razón, sin duda, no es el abandono de los «sueños» de los famosos discursos de Obama, sino el realismo con que se afronta, a la hora de la verdad, la política internacional y la gravísima situación económica, si es que, a estas alturas, puede separarse una de otra.

Ciertamente, y al menos por el momento, supone un ejemplo para España, en la que, por el contrario, el Gobierno no quiere afrontar las dificultades en las que nos encontramos mediante un acuerdo amplio y concreto con la oposición. Obama ya dio muestras de negociar con tanta exigencia como necesidad con el equipo de Bush las medidas de urgencia aprobadas parlamentariamente. Aquí se ha preferido imitar lo más urgente y lo más cosmético de lo aprobado en otros países sin contar con un amplio acuerdo parlamentario que no ha alcanzado, en estas tremendas circunstancias, ni a los Presupuestos para el 2009. Lo demás, las reformas más serias, no se han querido abordar hasta ahora ni en solitario. Para estar tan seguros de que Obama se parecía a ellos, lo que ya es una muestra de megalomanía tonta, el PSOE no ha hecho ni el más mínimo esfuerzo por acercarse.

Mientras, la escandalera de los aviones de la CIA que nunca existieron y que, sin embargo, viajaron y aparecen en informes oficiales. Para que se enteren los «críticos» de Rajoy: todo lo que es para él un peso de verdadera entidad, un baldón, una dificultad para salir adelante, viene de antes, de mucho antes del famoso Congreso de Valencia.

Germán Yanke

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