Las bolsas están para no mirarlas con entusiasmo, pero como apunta Ignacio Sebastián de Erice en su seguimiento cuidadoso de cada día, están entretenidas. Para los que viven en el alambre del intradía, la volatilidad propicia emociones fuertes, son muchos los títulos que suben y bajan (oscilan) como para endulzar o amargar la noche. Para los poco avezados o razonablemente temerosos es mejor abstenerse.
Al inversor tranquilo conviene desanimarle del riesgo de asomarse a las cotizaciones cada rato, éste es tiempo para cortar dividendos y abstenerse de las compraventas, tiempo para inversores a plazo que tengan resistencia para aguardar el cambio de ciclo, porque habrá cambio de ciclo, antes o después, y los precios actuales de algunos títulos parecerán muy baratos cuando pasen unos años.
Es cierto que en un futuro más o menos inmediato la mayor parte de las acciones podrán adquirirse más baratas, pero a medida que pasen los meses y que crezca el ahorro de empresas y familias, se irá consolidando una corriente de compras para invertir a medio y largo plazo que consolidarán los cambios.
Una pérdida de los índices del orden del 40/50% tiene que desplomar los volúmenes de contratación en un porcentaje mayor, la Bolsa bajista es menos activa, y hasta ahora no ha ocurrido, la negociación sigue instalada en volúmenes diarios entre 2.000 y 3.000 millones de euros que acreditan un mercado vivo y activo.
La Bolsa va a la baja, porque todas las economías declinan, pero se mantiene viva, activa y cumplimiento su misión. No es para desanimarse.
Fernando González Urbaneja