Comienza a ser sospechoso que saquen a pasear la figura de Florentino Pérez a modo de conjuro. Debe ser el equipo de cámara de Ramón Calderón. Suena a campaña para distraer la atención y centrar en el ex presidente los males presentes y, al tiempo, crearse una coraza con que defenderse ante la asamblea de compromisarios del próximo domingo.
De entrada no parece que la junta general vaya a ser camino de rosas para Calderón, aunque tampoco calvario. Tendrá que soportar algún ataque, algunas discrepancias sobre su gestión, sin que ello le cause más dolores que los propios de verse cuestionado ante unos cientos de socios.
Calderón debe saber por experiencia propia, puesto que fue un tiempo azote de presidentes en la asamblea, que al final la sangre no llega al río. Le aprobarán los presupuestos y aquí paz y después gloria.
No es de recibo que se monte falso escándalo porque Florentino Pérez, patrono de la fundación que lideran Zidane y Ronaldo, se fotografiara con ambos, con quienes mantiene buena relación y fueron dos de sus estrellas galácticas, fichadas, por cierto, con Ramón Calderón de directivo.
No viene a cuento tratar de desprestigiar la presunta, aún no anunciada, candidatura de Florentino a la presidencia madridista juntándole con Juan Villalonga, quien no fue su compañero de pupitre precisamente, y tampoco parece que vaya a ser compañero de viaje. Florentino no ha tomado café con Villalonga y si decide optar a la presidencia madrididista lo hará por su cuenta y riesgo. Sin apoyarse en oportunistas. Florentino no es Juan Soler, quien se puso en manos de Villalonga y lo tuvo que echar a las dos semanas.
Me parece impropia la guerra que se ha desatado cuando no ha lugar a la misma. Calderón debe acudir a la asamblea sin temores. Sería inadecuado que esta semana, de prisa y corriendo, fichara a dos futbolistas sin pedigrí contrastado. Y ofrecer golosinas para el futuro puede ser un error dados sus fracasados fichajes de Cesc, Kaka y Cristiano Ronaldo.
No ha lugar a grandes temores. Lo importante es ofrecer cuentas claras y chocolate espeso.
Julián García Candau