jueves, noviembre 21, 2024
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¿Quién voló sobre el nido de Guantánamo?

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Está claro que fue Aznar quien autorizó el paso por España de los vuelos secretos e ilegales de la CIA con secuestrados y presuntos miembros de Al Qaeda camino de la base ilegal y torturadora de Guantánamo. Todo eso entraba en el paquete de la no menos ilegal guerra de Iraq, y respondía al carácter y convicciones del ex presidente Aznar, de sus principios y sus valores, en suma, de la derecha sin complejos. Pero resulta impensable, al mismo tiempo, que el presidente Zapatero, bajo cuyo mandato llegaron el mayor número de vuelos ilegales (siete de nueve), no estuviera al tanto de estas operaciones que deberían conocer sus ministros de Exteriores y de Defensa, Moratinos y Bono, el primer responsable del CNI y altos mandos del Ejército español y de las bases de Morón y Rota, entre otros muchos.

Por todo ello, da la impresión de que Aznar apoyó los vuelos ilegales, y ya veremos si ello no le acarrea algo más que responsabilidades políticas, y lo hizo desde un Gobierno en el que colaboraron en dichas decisiones tanto el ministro Piqué como Trillo; y que Zapatero hizo la vista gorda o incluso lo consintió para no empeorar, más todavía, su tensa relación con Estados Unidos.

Y buena prueba de que esto haya podido ser así está en que hasta ahora no se hayan filtrado los documentos en cuestión que constatan la colaboración del Gobierno de España, en tiempos de Aznar y luego de Zapatero, en estos vuelos ilegales, con secuestrados o presos ilegales, hacia una cárcel ilegal, con torturas como la de Abu Ghraib en Iraq, al margen de la propia legalidad americana, hasta el punto de que el presidente Obama la cerrará en cuanto llegue a la Casa Blanca.

¿Quién y por qué ha filtrado ahora los documentos que implican a Aznar -y a España- en la guerra sucia de Bush? Y otra pregunta: ¿podrían tener estas decisiones responsabilidades jurídicas en el ámbito internacional, además de las políticas y morales que ya tienen?

Desde el PP, además de la entrometida Aguirre, que se mete en todos los debates de alcance nacional, la secretaria general, De Cospedal, afirmó que esto sólo es una nueva cortina de humo lanzada por el Gobierno para que no se hable de la crisis económica, y que lo demás carecía de importancia. Y puede que lo primero sea cierto, pero lo segundo no. Importancia sí que la tiene, y puede que consecuencias. Y veremos si sólo para Aznar, Piqué y Trillo, o si también para Zapatero, Bono y Moratinos, entre otros, porque una vez que se abre la caja de los truenos nadie sabe en qué dirección van a salir los cohetes. Y el hecho de que Zapatero -que suele mentir con gran facilidad- haya dicho que él no sabía nada de esos altos vuelos, sobre el nido de cuco de Guantánamo, es sorprendente y como para sospechar.

En cuanto a Aznar, nada de esto puede extrañar. Va con su carácter y se añade a otro episodio -relatado por Pedro J. Ramírez en uno de sus libros sobre el aznarismo- ocurrido durante la guerra de Yugoslavia, cuando el entonces presidente del Gobierno español presionó a dirigentes y mandos de la OTAN -entonces controlada por Javier Solana- para que bombardearan la Radio y Televisión de Belgrado, un objetivo civil, que fue destruido con víctimas mortales de por medio luego calificadas de «daños colaterales».

Pues algo así como los vuelos secretos de la infame cárcel de Guantánamo, otros «daños colaterales», que ahora han abierto en España una polémica de alcance y consecuencias insospechadas, y que veremos cómo acaba aquí, y puede que también más allá si entrara en juego la Corte Internacional.opi

Pablo Sebastián

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