En la Liga española huele a podrido más que en Dinamarca. El presidente de la Real Sociedad, dolido porque su equipo no ascendió la pasada temporada a Primera, error que cometieron sus propios jugadores, ha sacado a relucir la presunta venta del partido del Tenerife frente al Málaga.
Iñaki Badiola, cuyo mandato tampoco está siendo muy celebrado, y algunas de sus promesas electorales han quedado en papel mojado, ha destapado, en colaboración con Jesús Mora, ‘Jesuli’, la presunta gran trampa de la pasada temporada. Badiola ha aprovechado a Jesuli en el momento en que, además, Lorenzo Sanz, propietario del Málaga, no está bien retratado en los papeles por las imputaciones que pesan sobre él en presuntas irregularidades económicas.
Da la impresión de que Badiola ha querido aprovechar la dirección del viento para acusar a la familia Sanz -Fernando, ex jugador, dirige ahora el club- de trapicheos que, si se constatan ante el juez, sería la primera vez que tal sucedía por más que durante años se haya tenido conciencia de que, de vez en cuando, hay anomalías.
En casos como el presente, en los medios se barre para casa de acuerdo con querencias o fidelidades. Hay hasta quienes recuerdan que el propio Tenerife fue primado por el Barça para que venciera al Madrid y éste perdiera la Liga. Las primas por ganar tampoco son de recibo porque ellas siempre estarán en manos de los poderosos. Sin embargo, no es lo mismo que el Tenerife jugara para ganar que lo hiciera para perder como se denuncia ahora.
En el fútbol español ha habido más de un cambalache. De Pedro, ex jugador de la Real, pidió perdón en Vitoria por marcarle un gol al Alavés, equipo que, finalmente, se salvó al ganar el partido. Todavía nadie ha explicado el descenso del Valencia con un Cádiz-Betis por medio. Aún no se han despejado dudas sobre denuncias hechas por jugadores que recibieron mensajes telefónicos de amigos del club necesitado.
La Federación nunca ha entrado a fondo. Ahora la cuestión puede estar en manos de un juez. Atentos a la pantalla.
Julián García Candau