viernes, noviembre 22, 2024
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Levi-Strauss: 100 años

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He aquí el caso de un pensador que sobrevive a su sistema: cuando ya no se habla ni se utiliza el Estructuralismo, ese sistema de pensamiento tan de moda en los años sesenta y setenta, su creador sigue aún, adusto y malhumorado, en el College de France, disfrutando de la vida.

En aquellos años en que el marxismo era señor absoluto de las mentes de mi generación, el único devaneo que permitía esa ortodoxia era el Estructuralismo, que Levi-Strauss se cuidó de compatibilizar con el marxismo.

En realidad el Estructuralismo ya existía, se había inventado en la Universidad de Michigan por el biólogo Von Bertalanffzy y se llamaba Teoría General de Sistemas. Un sistema es un conjunto de elementos más las posiciones relativas de unos respecto a otros. Es decir, un sistema es una estructura. La T.G.S. o el Estructuralismo lo que buscan es un viejo sueño medieval y de Paracelso: detectar analogías de estructura bajo formas superficiales distintas.

La hipótesis de Levi-Strauss es un caso particular de la Teoría General de Sistemas: él encontró que las leyes de parentesco permitidas en una sociedad tribal eran análogas o estructuralmente iguales a las leyes de la lingüística que había formulado Roman Jacobson. Una misma ley subyace dos fenómenos distintos: el parentesco y el idioma.

En la Teoría General de Sistemas se estudian todas las analogías estructurales o isomorfismos entre diferentes campos de investigación. Eso que pareció en los sesenta una vía para unificar todas las ciencias, algo así como el juego de los abalorios que inventó Herman Hesse, se ha quedado, igual que el Estructuralismo de Levi-Strauss, en muy poco. Ni la física tiene un campo unificado ni las ciencias han logrado un lenguaje común.

Tampoco llegó a nada la Semiótica de Umberto Eco, que parecía capaz de proporcionar criterios objetivos a la estética y no consiguió nada porque fue una mera traducción de los términos normales de la estética a la jerga semiótica. Sic transit gloria mundi. Pero ahí queda el empeño de Levi-Strauss con sus tribus amazónicas y su labor seria, tan seria que parece la de un jansenista de la antropología.

En todo caso, el Estructuralismo es una hipótesis descriptiva, no explicativa. Se dice que dos fenómenos se comportan con leyes análogas, pero lo que no explican Levi-Strauss ni el lingüista Jacobson es por qué el lenguaje tiene unas leyes estructuralmente análogas a las de los sistemas de parentesco en las tribus primitivas. Quizá por eso Levi-Strauss, en sus últimas entrevistas, se muestra insatisfecho con el mundo tal como ha evolucionado en sus cien años de vida. Hay que morirse a los 89, es más elegante.

Luis Racionero

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