Se acercan unas navidades duras. El frío y la nieve otoñales así parecen presagiarlo y los tres millones de parados lo confirman. Pero, ante el evidente absurdo del suicidio, por lo menos nos queda consolarnos con la lectura, ejercicio intelectual y reconfortante siempre que cada uno acuda a aquellos libros que más vayan a gustarle. Para gustos, los colores; así que paso a hacer una serie de recomendaciones que espero abarquen un amplio espectro de voluntades:
– Las a mi entender grandes novelas contemporáneas que han llegado a mis manos en los últimos meses son La hija del sepulturero, de Joyce Carol Oates, la mejor obra de esta eterna candidata al Nobel, tan buena que nunca lo ha ganado; El puente de los suspiros, de Richard Russo, a la que ya dediqué un artículo; Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith, novela de los años 40 donde se recrea el conocido barrio durante la Depresión con un detalle y una ternura conmovedores; El consuelo, de Anna Gavalda, magnífico estudio de un hombre del siglo XXI al que, no obstante, salva uno de esos rayos de esperanza que todos debemos buscar entre la monotonía y la mediocridad; y El lado oscuro del amor, del sirio Rafik Schami. Y no olvidemos Acción de gracias, de Richard Ford, para mí la mejor novela que se ha publicado en el siglo XXI.
– En cuanto a los grandes clásicos, es difícil recomendar una sola cosa. Hace poco terminé de releer Casa desolada, de Charles Dickens, y volví a emocionarme con la bondad intachable de los protagonistas, la maldad de los villanos y la feroz y sarcástica crítica de la justicia inglesa del XIX. También acabo de releer Mansfield Park, de Jane Austen, para mí su mejor trabajo. Alba Clásica, siguiendo con su buena línea editorial, ha publicado recientemente Hijas y esposas, de Elizabeth Gaskell, obra póstuma e inacabada que sin embargo se encuentra entre las mejores de la narrativa decimonónica. Por último, decir que Cátedra ha publicado por fin la edición bilingüe de La tragedia española, la obra más conocida de Thomas Kyd.
– En cuanto a novelas de consumo masivo, recomendar El chino del siempre interesante Henning Mankell y Una promesa navideña, donde Anne Perry abandona sus vampiros para contar una historia policiaca. Si alguien prefiere literatura de alegría, humor y desintoxicación, cabe destacar Un tipo encantador de la superventas Marian Keyes, cuya asombrosa productividad quizás impida que alcance cotas mayores. Por otro lado, Beigbeder, enfant terrible que cumple a rajatabla las normas establecidas para el escandalizador inocuo, ha recuperado su mejor nivel, el de 13,99 euros, con Socorro, perdón, donde analiza el mundo de la belleza y el universo de la Rusia de Putin y sus mafias.
– No soy aficionado a las novelas históricas, pero este año me ha sorprendido La escriba, de Antonio Garrido, que, a pesar de su naturaleza, es lo más contemporáneo que se ha escrito en España en los últimos tiempos. El ejército perdido, de Valerio Manfredi, reconstruye, con cierta endeblez narrativa pero gran verosimilitud historiográfica, la expedición de los «Diez Mil» que tan bien relató Jenofonte.
– Por otro lado, recomendar la reedición de la sublime Historia de Grecia de Hermann Bengtson, uno de los mejores libros históricos de todos los tiempos. A diferencia de lo que ocurre en los últimos tiempos, donde la especialización va pareja de la ignorancia sintética, en este libro se muestran a la perfección las características y circunstancias de la cuna de nuestra civilización. Y, ya que estamos, nada mejor para completar la lectura de este soberbio volumen que cualquiera de los grandes diálogos de Platón: República,Fedón,El Banquete, etc.
– A medio camino de la historia y el pensamiento, me gustaría recomendar otro clásico: Historia de los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez Pelayo, una de las obras cumbres de la españolidad que, como tantas otras cosas, ha sido despreciado por la ignorancia posmoderna y los fundamentalismos ideológicos. Es una obra larga, para disfrutar en el tiempo y, como condimento idóneo, nada mejor que la breve Herejes, de G.K. Chesterton, donde el inglés vuelca toda su lucidez y conocimiento de la religión. Y, como contraste a las dos obras anteriores, El regreso de los dioses, recopilación que El Acantilado ha hecho con textos de Fernando Pessoa para enseñar sus ideas neopaganas. Como todo en este escritor y poeta portugués, el libro es simplemente delicioso.
A mi entender, el mejor regalo es un libro que se adapte como un guante a la personalidad del beneficiario. Por eso mi última recomendación, la reedición de La verdad y el tiempo de Miguel García Baró, es para aquellas escasas almas que estén dispuestas a entrar en el ininteligible universo de Edmund Husserl. Un regalo para pocos, pero difícilmente mejorable.
P.S.: No puedo evitar recomendar Pensar la compasión, recopilación de textos de la Universidad Pontificia Comillas sobre tema tan actual, porque en él aparece un texto mío. Mi debut filosófico. Perdón por el vanidoso desliz. [email protected]
Daniel Martín