La separación matrimonial de Felipe González de su todavía esposa Carmen Romero ha sido una de las noticias del año que termina.
La existencia de María del Mar García Baquero en la vida del ex presidente no es de hoy, ni de ayer sino desde hace varios años. Pero en modo alguno la joven ha sido motivo del fin del matrimonio. Aunque seguían viviendo bajo el mismo techo, hacía ya muchos más años que no compartían el mismo lecho.
Sólo la enorme discreción que siempre ha rodeado la vida de Carmen y Felipe y la mutua lealtad del uno con el otro ha impedido que, salvo entre un reducido grupo de amigos, trascendiera que Felipe González se había enamorado. De verdad y seriamente.
El personal se pregunta por qué se ha hecho público ahora. Qué ha sucedido para que todo el mundo conozca, de la noche a la mañana, sin que hubiese existido antes rumor alguno, no sólo el nombre sino la imagen de María del Mar.
Dicen que ha habido un ultimátum por parte de ella, una mujer seria que, en modo alguno, deseaba seguir siendo la amante oculta, la querida, «la otra».
Tal le sucedió a la infanta Cristina cuando se enamoró de Iñaki Urdangarín, un joven deportista que no sólo tenía novia, Carmen Cami, sino que incluso se hablaba de boda.
Se desconoce durante cuánto tiempo la infanta fue «la otra».
Pienso que hasta que Iñaki rompió con su novia. Fue entonces cuando se hizo público el noviazgo y el compromiso.
Aunque en los primeros momentos se dijo que el casarse no entraba entre los proyectos inmediatos de la pareja. Se especula ahora que la boda, una vez obtenido el divorcio, puede ser cosa de tres o cuatro meses. La pareja, que acaba de regresar de un viaje por Hispanoamérica, ya no se esconde y afronta su situación sentimental con naturalidad.
Se me olvidaba: la primera en conocer que su marido se había enamorado fue Carmen. La lealtad, por encima de todo.
Jaime Peñafiel