A pesar del desmentido del presidente del Gobierno sobre una inminente crisis de Gobierno (pueden irse de vacaciones tranquilos en estas fiestas, ha venido a decir Zapatero a los periodistas), la noticia publicada en exclusiva por Pablo Sebastián en ESTRELLA DIGITAL la pasada semana ha terminado aterrizando en el periódico El Mundo, cercano a las posiciones del ministro de Industria, Miguel Sebastián, para convertirse en argumento editorial y solicitar del presidente un cambio de Gobierno «cuanto antes». Y no sólo un simple cambio «cosmético», sino, reclama el periódico, un cambio profundo, dada la falta de iniciativa del equipo gobernante ante la crisis económica y la falta de cohesión interna de un Gobierno que a solo ocho meses de las elecciones aparece ya como «quemado».
Cambio innecesario si se lee el periódico El Público, proximo a la Moncloa, que en su encuesta mensual, el Publicscopio, el 58 por ciento de los encuestados da un aprobado al Gobierno, lo que le sirve de argumento para afirmar que existe un «ligero desgaste» del Ejecutivo aunque no es inmune a la crisis económica.
Si se cree a las fuentes oficiales, no parece que en el horizonte vaya a producirse ninguna crisis de Gobierno, prevista en todo caso para finales del 2009 o principios del 2010, cuando España acceda a presidir la Unión Europea.
Sólo una dimisión del vicepresidente Pedro Solbes adelantando su salida del Gobierno en un año al plazo que tiene pactado con Zapatero, y que coincide con el protagonismo europeo de España, puede abrir una crisis que ahora, a sólo ocho meses de las últimas elecciones, sería interpretada como un «gran fracaso» personal del presidente del Gobierno.
Es verdad que hay ministros quemados que no debieron repetir mandato después de las elecciones del mes de marzo (entre ellos el de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos; el de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, con el que adquirió el compromiso de que seguiría tras aceptar sustituir a López Aguilar cuando fue enviado a Canarias, y la de Fomento, Magdalena Álvarez) y que algunos de los nuevos (Beatriz Corredor, ministra de la Vivienda, y Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación, y el propio ministro de Industria, Miguel Sebastián) no están dando el juego que Zapatero esperaba, pero la estrategia de la Moncloa pasa, insisten fuentes oficiosas, por quemarlos definitivamente.
Para estas fuentes ha sido el propio Zapatero, al referirse a la creación en el futuro de un Ministerio del Deporte, el que consciente o inconscientemente ha abierto el melón de las especulaciones.
Si a esto se añade la sensación dominante de que no se ha articulado un discurso coherente frente a la gravedad de la crisis, que las medidas tomadas parecen medidas de «coleccionable» sin ninguna hilazón y con mucha improvisación, que la imagen que transmite el vicepresidente económico es de cansancio y de falta de empuje político, que no existe una cohesión dentro del equipo económico y que el presidente (véase el caso de la petrolera Lukoil) a veces actúa sin la mínima coordinación con sus ministros y por instintos cuyas claves, a veces, son un misterio, es comprensible que comience a hablarse de crisis y que la propia oposición acabe creyéndoselo. Como Soraya Sáenz de Santamaría, que piensa que hay poco arreglo con una crisis, ya que el que falla es precisamente el entrenador (el presidente). «Tiene poco arreglo un nuevo casting», piensa la portavoz parlamentaria del Partido Popular.
Dicho todo esto, la realidad es que todos los presidentes son imprevisibles y que la semana pasada alguna ministra pensó que la crisis era inminente y que le podía coger fuera, de vacaciones…
José Oneto