…Pero en la Corte de Isabel II, que, debido a la profunda crisis económica mundial, ha decidido imponer estrictas normas de austeridad en el seno de su familia.
Aun siendo una de las mujeres más ricas del mundo, con una fortuna capaz de afrontar cien años de situación como la que padecemos hoy, ha querido predicar con el ejemplo de su propia austeridad, incluso en los más mínimos detalles.
Desde el vestuario -en su reciente viaje oficial a Eslovenia decidió reciclar trajes utilizados ya en otras visitas de Estado- hasta la supresión de banquetes.
En lo referente a los regalos navideños, ninguno de ellos debe exceder los 58 euros. También ha ordenado que se utilice el menor número de coches de la flota de la Casa Real.
Como jefa de la familia, ha conminado a todos los miembros a contener cualquier exceso. Estas normas afectan, también, a los nietos Guillermo y Enrique, quienes han sido advertidos de que se han de abstener de acudir a los clubs nocturnos de Londres, donde el champán solía correr con generosidad.
Las órdenes impuestas por la Soberana han sido acatadas hasta el extremo que, para dar ejemplo, su hija la princesa Ana decidió, para la boda de la prima Lady Rose Windsor, no encargar traje alguno sino utilizar el que llevó hace… veintisiete años en la boda de su hermano con Diana.
Mientras, en España, en el seno de la familia real, se sigue viviendo en el mejor de los mundos. Como si nada estuviera pasando.
No sólo la consorte del Príncipe sigue incrementando su fondo de armario con costosos vestidos y bolsos que convierten cada aparición pública en un desfile de modelos, sino que el Rey ha permitido que el Gobierno desembolse 2.800.000 € para que el cuadro de Dali que adorna su despacho desde 1980 siguiera allí, después de que los herederos del propietario de la obra reclamaran la devolución o el pago.
Dada la grave situación económica por la que se atraviesa, España sobre todo, ¿no hubiera sido más lógico y honesto devolver el Dalí, uno de los peores que había pintado, con motivo de los JJOO de México, en 1968? Es tan malo que, una vez finalizadas las Olimpiadas, el Estado no quiso comprarlo y fue adquirido por un miembro del COE, que lo dejó en depósito.
¿No posee Patrimonio Nacional un fondo suficiente de cuadros como para sustituir el Dalí en el despacho de Su Majestad? Todo antes que pagar esa escandalosa cantidad. El Rey no debía haberlo permitido.
Si tanto le gusta el pintor, que cuelgue en el despacho el retrato que le hizo en la década de los 70.
Imitemos a la prima Lillibeth, que, siendo tan rica como es, ha dado ejemplo apretándose el cinturón. El Rey Juan Carlos ha preferido utilizar tirantes.
Jaime Peñafiel