Benrd Schuster acabará firmando la antología del disparate. Perdió su equipo con el Getafe y pronunció una de sus frases más celebradas al decir que derrotas como aquélla no duelen. El Madrid fue vencido por el Sevilla, y con el partido del Camp Nou a la vista, afirmó que allí es imposible ganar. Lo del Getafe lo acabaron pasando por alto los madridistas. Reconocer la supremacía barcelonista será difícil que lo olviden.
Entre el Barça y el Madrid actual hay notable diferencia. La calidad de las plantillas, individual y colectivamente, es muy favorable a los azulgrana, pero cualquier filósofo del borceguí, como Vujadin Boskov, diría que «fútbol ser fútbol», y cualquier ideólogo balompédico afirmaría que todo es posible en Granada y el Camp Nou.
Schuster dejó anonadado a su presidente, a quien solamente le faltaba una afirmación tan pesimista. Había sufrido abucheos en la asamblea pese a la presencia de los ultrasur que acudieron en plan guardia pretoriana. Luego padeció los gritos del Benabéu pidiendo su dimisión.
A Ramón Calderón únicamente le echó una mano el árbitro del partido con sus errores. Fueron argumento para intentar justificar la derrota. Al presidente madridista, a modo de defensa, no se le ocurrió otra cosa que volver a culpar de sus males a Florentino Pérez. No tiene otro argumento.
A Schuster le cantó las verdades del barquero, finamente, Raúl. Tuvo que salir el capitán del equipo a decir que ni ellos arrojan la toalla, ni van a salir a jugar contra el Barça vencidos. Raúl le dio una lección a su entrenador.
Da la impresión de que entre el presidente y el entrenador disputan un partido en el que está en juego el título de desquiciado número uno. Ambos han perdido el oremus. Y el equipo hace lo que puede. Pese a la constatada inferioridad del momento, dar por perdido el partido con el Barça es pura insensatez. Al menos no se dice. «Fútbol ser fútbol».
Julián García Candau