Los artículos de Martin Amis, el escritor inglés más importante de hoy, son tan removedores y originales como sus novelas y sus ensayos. Su reciente libro, El infierno imbécil (El Aleph editores, 2008) lo hace evidente. Es una selección de artículos publicados en la prensa inglesa, basados en personalidades, hechos y diversos aspectos de la vida de Estados Unidos, país que conoce profundamente. Y es que, como periodista/ensayista, hoy Martin Amis resulta insuperable.
Dice Amis que «Estados Unidos es más parecido a un mundo que a un país», y comenta que puede ser abordado desde una docena de direcciones diferentes. La frase del título del libro la tomó de su admirado Saul Bellow (Premio Nobel literario de 1976), pero, comenta Martin Amis: «Lo de infierno imbécil no es una condición exclusivamente estadounidense. Es mundial y tal vez eterna».
Por cierto, entre otros asuntos, traza aquí retratos de escritores, que son una maravilla de agudeza. Dice de Saul Bellow que escribe con «estilo elevado», que es quien tiene un arte más formal, de foco más preciso y el sentido más agudo del equilibrio. En cuanto a Phlip Roth, señala que es elegante e irónico pero que ha perdido capacidad de sorprender. ¿Y Norman Mailer? Sostiene que en razón de su vida personal (se casó 8 veces) debió escribir para ganar dinero, y así le fue. Sólo escribió un libro exitoso, sostiene, el primero; entonces descubrió el dinero, la fama, y tenía a Estados Unidos a su disposición. Pero tenía un solo problema, agrega Amis: «No le quedaba nada sobre lo que escribir». Define a Mailer como «el filósofo hip, el cerdo patriotero, el investigador psíquico, el prisionero del sexo». Y recuerda que dio una fiesta para una de sus esposas, y luego la apuñaló. Le envió un libro a Hemingway diciéndole que si no contestaba nunca más se comunicaría con él. Naturalmente, Hemingway no le contestó. Finalmente, Amis señala que «la autodestrucción programática» fue el fin de la vida de Mailer.
Escribe sobre Spielberg y su asombro juvenil y traza un soberbio retrato de Brian de Palma, «el bruto del cine». Y pasando a otros temas, se detiene en Ronald Reagan, quien se crió en una pobreza respetable en Illinois, que tuvo un título de graduado en economía, y desde los veintidós años filmó más de sesenta películas con Warner Brothers. Marchó a la guerra, produjo películas de instrucción militar, y en l966 salió a la luz como gobernador de California. Y continuó su camino hacia la presidencia, alcanzándola.
Pero también analiza Palm Beach, el refugio «más pulcro y redondito» de la franja inmobiliaria estadounidense. Y entra en la mansión de Playboy, donde vive (sin salir a la calle hace más de veinte años) Hugh Hefner, ojeroso, descolorido y con pijamas de seda. Se levanta por las tardes, luego tiene una reunión de trabajo, come, mira dos películas y sube a su dormitorio con una conejita. ¿Quiénes son esas chicas? Dice Amis: «Eres una muchacha de dieciocho años de algún triste estado de la ex pradera, una recepcionista de Wyoming, o una reina de la belleza local: Miss Ningusitio, Nebraska, por ejemplo», y bien, ellas pueden acabar allí. Qué será de ellas después de salir en la revista, y cómo será Hefner con el tiempo, se interroga. Y lo hace, más de una vez, a medida que va desnudando los enigmas de ese mundo insólito y tan vasto, que aquí atrapa, y que resulta resumir, pues nada escapa al riguroso análisis de este cronista único.
Rubén Loza Aguerrebere