Los imprescindibles votos de los socialistas catalanes no le van a faltar al Gobierno para lograr luz verde a los Presupuestos del 2009. No han faltado los que han querido lanzar un órdago a su compañero secretario general, al presidente Zapatero, y condicionar el voto al Presupuesto a un previo acuerdo respecto a la financiación autonómica en tiempo y forma, como estaba pactado. Pero la tesis no ha prosperado, no están los tiempos para motines y una cosa es amagar y otra golpear.
No habrá ruptura entre los socialistas, los diputados del PSC cerrarán filas con sus hermanos del resto de España para apoyar al Gobierno y facilitarle la gobernación. Pero los críticos han logrado, al menos, hacer público un aviso, poner condiciones aparentemente perentorias para alcanzar un acuerdo que les permita salvar la cara.
El plazo para concretar la financiación autonómica, en este caso la catalana, ha vencido dos veces; tanto el presidente del Gobierno como la vicepresidenta han quedado desbordados por el calendario. Es cierto que para un acuerdo de dos no sirve sólo la voluntad de uno, hace falta consenso, que es lo que no se produce. Y ese consenso debe incluir a las demás a comunidades autónomas, porque la bilateralidad abre otro pozo de problemas graves con los demás territorios.
La amenaza, más bien advertencia, se ha concretado en un folio grave, severo, pero que suena a aviso, a otro aviso que puede no ser el último. Este presidente, Rodríguez Zapatero, es audaz en sus apuestas, promete mucho y confía en salir de la negociación dando menos y con todos encantados, pero tales encajes de bolillo no salen siempre, ni siquiera a los audaces.
Zapatero sabe que el voto catalán es decisivo para que el PSOE gobierne, pero considera que para sus hermanos catalanes la marca socialista y española les resulta imprescindible. Van de pillo a pillo, abusando de la mutua necesidad. Y no les va mal porque dominan ambos gobiernos, pero el hilo es débil y tanto va el cántaro a la fuente que alguna vez se romperá.
El aviso del PSC al PSOE es tan sonoro como endeble. Si no cumplen «las relaciones no volverán a ser como antes. Somos plenamente conscientes de la trascendencia de nuestra decisión», dice la nota de la Comisión Ejecutiva del PSC. Suena severo, grave, pero a Zapatero no le impresiona lo más mínimo, confía en su empatía.
Fernando González Urbaneja