Las relaciones entre suegra y yerno, entre suegra y nuera, siempre han sido y son, por lo general, salvo excepciones, dificultosas, climatéricas, complicadas y laberínticas.
A veces las mentiras no se hacen visibles y parece que todo funciona. Pero basta una crisis, un alejamiento físico, un divorcio, para que quede de manifiesto la falsedad de esos sentimientos.
Un ejemplo: Marichalar. Parecía el yerno perfecto, el yerno adecuado para ser considerado como un hijo. A pesar de sus excentricidades y sus rarezas. Todo parecía marchar bien. Hasta que se produjo el cese temporal de la convivencia de la pareja.
A partir de ese momento, las mentiras de los sentimientos se hicieron visibles y al buenazo de Jaime no se le invitó ni a la cena de Nochebuena en la Zarzuela.
A pesar de que la real suegra ha confesado: «Yo nunca cierro las puertas de mi corazón ni de mi casa a nadie. Menos a una persona a la que quiero. Yo a Jaime le quiero, ¡le quiero mucho!».
Hablar por hablar. Si así fuera le habría sentado a la mesa navideña. Si no junto a su todavía esposa, sí junto a sus dos hijos.
De la nuera ha reconocido que «aprendo de ella todos los días. La ayudo y la apoyo pero ella también lo hace conmigo». ¡Ay, señora!, no había necesidad de que usted se igualara tanto por abajo.
Ya lo dijo la Emperatriz de Japón: «no tenemos necesidad de descender de donde estamos, sino de dar ejemplo con nuestro comportamiento, de ser ejemplares».
Quien tiene muy claro lo que yerno y nuera significan en la familia es el Rey Juan Carlos. Sobre todo desde la separación de Elena. Para él, la familia son la Reina y sus tres hijos. Nadie más.
Así se lo ha hecho saber al pintor Antonio López, quien desde 1993 está pintando un gran retrato (3 x 3,5) en el que sólo aparecen los cinco: el Rey, la Reina, Felipe, Elena y Cristina.
Cierto es que cuando se le hizo el encargo, el Príncipe y las infantas aún estaban solteros.
Pero han pasado los años, tantos como quince, y los tres hijos se han casado.
Ante este nuevo panorama familiar, Antoñito López decidió llamar al Rey para preguntarle si hacía un hueco, en el cuadro, para incluir a Letizia y a Iñaki. La respuesta del Soberano fue un ¡noooooo! tajante. Ni yerno ni nuera. Lleva toda la razón. ¿Se imaginan ustedes que hubiera sucedido con el retrato si se hubiera incluido en su día a Jaime Marichalar?
Quien sí ha ido lejos, pienso que demasiado lejos, en el rechazo a la nuera, ha sido la Reina Margarita de Dinamarca, que ha intentado maniobrar para alejar a su nuera, Mary Donaldson, de su hijo y heredero Federico.
Para conseguirlo invitó a un grupo de bellísimas y aristócratas jóvenes al castillo de Fredemborg, para que le… sedujeran.
No lo consiguió. El joven sigue muy enamorado de su «plebeya» esposa, tan plebeya como Letizia. Con una diferencia a su favor: mientras la Reina Margarita tiene un altísimo concepto de la monarquía, la Reina Sofía intenta plebeyizarla igualándola por abajo «para que dure», según ella. La soberana danesa lo hace por arriba, aunque para ello tenga que cargarse a la nuera. Que lo consiga es otra cosa.
¡Algo huele mal en Dinamarca!
Jaime Peñafiel