El presidente del PP y líder de la oposición, Mariano Rajoy, mantiene viva la incógnita del que será primer candidato de su partido para las elecciones europeas que, según lo anunció en Navarra, será presentado a la dirección del partido el próximo 23 de enero en un acto donde también participarán el candidato del PP a presidente de la Xunta gallega, Alberto Núñez Feijoo, y el aspirante a lehendakari, Antonio Basagoiti. Parecería lógico que Rajoy abriera el esperado sobre del candidato del PP al Oscar europeo antes que termine el año, intentando de paso que la decepción e intrigas que saldrán en torno a los aspirantes derrotados se pierdan y desfoguen en medio de las fiestas navideñas. Pero, dada su pasión por el suspense y por aplazar toda decisión hasta el último suspiro, podría ocurrir que dejara el anuncio para después de Reyes.
En todo caso, el PP llega tarde a la presentación de su candidato europeo y no porque Rajoy -que es el único que lo decide autocráticamente- aún no lo tenga claro ni decidido, sino porque esta liturgia tan franquista del suspense es algo que le priva y con lo que considera que ejerce su autoridad en el PP, lo que está bastante lejos de la realidad visto lo que ocurre en Madrid, o en Asturias, o en Alicante, o en Navarra, y todavía en Cataluña y País Vasco. Autonomía esta última donde las heridas se podrían reabrir si, finalmente, Jaime Mayor Oreja no repite como cabeza del cartel europeo en el 2009.
Sin embargo, sí sabemos el perfil idóneo del candidato que más le conviene a los intereses y ambiciones del líder, y el que convendría al partido. En el primer caso está claro que a Rajoy le interesa un candidato que gane y que no le eclipse de cara al congreso del PP de 2011 y las elecciones generales de 2012. Podría ser el caso de Mayor Oreja, aunque la reaparición de este político vasco supondría el regreso del PP a las posiciones conservadoras de la órbita de Aznar, y el abandono del giro al centro que se consagró en el congreso de Valencia. Además, es conocido que Mayor pudo desempeñar un papel de instigador en la crisis de María San Gil, y está más próximo a Aguirre que a Rajoy. A su favor está su capacidad para movilizar el sector duro de la derecha que los medios afines a Aguirre están desviando a favor de Rosa Díez con aviesa intención.
Cabe, por supuesto, la posibilidad de un candidato o una candidata sorpresa de notable peso en el partido como podría ser la alcaldesa valenciana Rita Barberá, aunque sabido es que la alcaldesa no es partidaria de abandonar o de compartir la alcaldía, que bien regenta, con otro cargo, a pesar de que no estaría sometida a incompatibilidad alguna. La solución sorpresa sería en teoría la preferida de Rajoy, sobre todo porque rompería la disyuntiva -como ya lo hizo con la lista al Congreso de los Diputados el pasado mes de enero- entre los partidarios de Aguirre y Gallardón, dejando a los políticos madrileños sumidos en su eterno pulso, el que Rajoy piensa que le favorece al menos ante los barones periféricos del partido.
Finalmente, está la opción de Gallardón a pesar de que el alcalde de Madrid no se ha postulado en público para esta responsabilidad, con la excusa o el argumento de la candidatura de Madrid a la Olimpiada de 2016 que se va a dilucidar en el otoño de 2009, aunque de todos es sabido que una cosa no le impide la otra.
La candidatura de Gallardón es sin duda la mejor opción del PP como se ve en todas las encuestas sobre liderazgo y preferencia de los españoles. Y por otra parte confirmaría el vuelco definitivo hacia el centro de los populares, en menoscabo de las ambiciones de Aguirre, porque esa nominación daría a Gallardón el título de «delfín», o número dos del PP. Lo que provocaría una dura campaña contra Gallardón y a favor de Rosa Díez de todos los medios conservadores que siguen las consignas de Aguirre y la ira descontrolada de la presidenta madrileña que, sobre todo, mantiene una animadversión enfermiza contra Gallardón.
Asimismo, la opción del alcalde madrileño provoca recelos en Rajoy y en su entorno por los efectos que podría tener en el PP una importante victoria de Gallardón en las elecciones europeas, de cara al próximo congreso del PP de 2011, donde las miradas podrían estar puestas en el alcalde como un posible candidato a las elecciones generales de 2012. Sobre todo si en 2009 es la persona que ha infringido una severa derrota a Zapatero, en la batalla europea que, además, se celebrará en pleno avance de la crisis económica.
El anverso, para Rajoy, de la opción de Gallardón está precisamente en ese posible eclipse que el triunfo del alcalde proyectaría sobre el tibio liderazgo del presidente del partido. Algo ya que intenta a diario y por todos -o con todos- los medios a su alcance la presidenta de Madrid, metiéndose en los debates de la política nacional y dando su versión ultra conservadora, en menoscabo del discurso más centrado de la actual dirección del PP.
Solo si Rajoy se considerara fuerte en el PP y confiado en sus posibilidades de victoria en el 2012 y en su liderazgo se podría pensar en un pacto entre el presidente de los populares y el alcalde de Madrid. A sabiendas Rajoy que si Gallardón triunfa en los comicios europeos, la victoria también será suya y de su equipo, mientras que si en la plena crisis económica el PP no gana en estas elecciones, o simplemente empata o gana por los pelos, en el PP se volverán a abrir todas las heridas y la cabeza de Rajoy volverá a ser objeto de la puntería y disparos del «fuego amigo» de sus adversarios en el interior del partido.
De manera que Rajoy se juega mucho en esta carrera electoral y necesita de un caballo ganador, porque si a su débil liderazgo suma otra nueva derrota nacional -en plena crisis económica- difícilmente se podrá mantenerse en el congreso de 2011 al frente del PP. Porque en ese caso su relevo sería un clamor general y sus aliados, los barones periféricos, no podrían resistir -como hicieron en el congreso valenciano- la presión de las bases, mandos intermedios y medios de comunicación.
Por todo ello, la mejor opción posible -que ya veríamos si le interesa y se atreve a ella, llegado el caso, Gallardón- sería el pacto de legislatura entre Rajoy y el alcalde de Madrid. Y esta es, sin lugar a dudas, la única opción que preocupa a Zapatero y al PSOE. Porque semejante «ticket» podría dar al PP, si triunfa en las elecciones europeas con claridad, una oportunidad de victoria para las generales de 2012, abriendo una brecha muy importante y con credibilidad en el centro político del cuerpo electoral.
Pablo Sebastián