sábado, octubre 12, 2024
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La gestión de la epidemia

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La epidemia de gripe (quizá porcina), como antes la de gripe aviar o la de las vacas locas…, pone a prueba la capacidad de gestión de los gobiernos, su credibilidad, así como cierta musculatura social y la capacidad de los investigadores. En este caso, desde el Ministerio de Sanidad, regentado por una ministra recién llegada, Trinidad Jiménez, y desde las consejerías de Sanidad de las comunidades autónomas resistentes a la coordinación, las actuaciones parecen diligentes y oportunas.

Desde el primer momento la alerta se tomó en serio, se advirtió a la población, se pusieron en juego los recursos necesarios y funcionó la coordinación, sin reservas ni vacilaciones. Los recursos electrónicos, la página web del Ministerio de Sanidad, ofrecen información suficiente para entender el problema y obtener respuestas e indicaciones suficientes e inmediatas. Y por ahora no han surgido esas discrepancias políticas morfológicas que tiñen de partidismo cualquier situación de tensión.

Los medios de comunicación informan con profesionalidad y sin deslizamiento amarillo y sensacionalista (por ahora) y desde la opinión pública se percibe preocupación sin estridencias.

Hasta ahora las experiencias anteriores han sido entre regulares y malas, desde la colza a las vacas locas y demás epidemias y catástrofes (la del pasado verano en Barajas) a cualquier otra emergencia, su desarrollo y la gestión informativa dejó mucho que desear.

Los casos de Celia Villalobos o de Magdalena Álvarez, por citar dos clásicos, en la gestión de las emergencias fueron ejemplares para tomar nota y evitar sus tropiezos y errores, que fueron abultados. La actual ministra, que es pinturera y política profesional, está pasando sobre el problema con seriedad, contención y mesura. Y otro tanto sirve para los técnicos, investigadores y para las demás administraciones.

La página web del Ministerio es efectiva y difunde información para cualquier ciudadano interesado. Este Gobierno es torpe y muy limitado en el uso de las nuevas tecnologías de la información, no han interiorizado que significan una oportunidad. No van mucho más allá del teléfono portátil y de los mensajes de texto a los que Zapatero es adicto.

Si la catástrofe del avión de Spanair en agosto fue un caso típico de desastre informativo generalizado, parece que el de esta gripe primaveral de incierto diagnóstico puede ser lo contrario y demostrar que la virtud llama a la virtud y engendra virtud.

Fernando González Urbaneja

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