Como resultado de la oferta de diálogo realizada por el presidente Obama al régimen cubano, delegaciones de los USA y Cuba se reunieron la semana pasada en el Departamento de Estado para tratar los asuntos pendientes: emigración, derechos humanos, narcotráfico, etc.
En este primer encuentro informal los cubanos comenzaron advirtiendo de que no era la primera vez que se intentaba este tipo de diálogo pero que hasta ahora no había funcionado. Y que cada parte debería reflexionar sobre las razones del fracaso anterior.
«Se trata de desarrollar una relación civilizada y abierta, pero este asunto puede llevar mucho tiempo y no funcionar», declaró al respecto una alto funcionario norteamericano, porque aunque la Administración Obama se siente estimulada por ciertas declaraciones de Raúl Castro sobre la posibilidad de dialogar sobre todos los problemas y temas, Fidel Castro sigue dirigiendo el país y mandando; fue él quien matizó estas declaraciones y mostró su profundo escepticismo sobre el particular.
En varias ocasiones el presidente Obama ha dicho que el objetivo del diálogo con el regimen cubano era precisamente el tránsito a un régimen democrático y el reconocimiento de las libertades en todos los ámbitos. Exactamente lo contrario de lo que opina Raúl Castro, para quien todo debe condicionarse al levantamiento del embargo que desde 1962 pesa sobre la isla.
Ambas partes saben de sobra que lograr este tipo de objetivos no será ni fácil ni, sobre todo, rápido. El régimen cubano ha repetido estos últimos días que no es Cuba quien tiene que hacer los gestos hacia estas metas sino Estados Unidos. En una reunión ministerial del Movimientos de Países No Alineados celebrada en La Habana recientemente Castro reiteró que Cuba está dispuesta a discutir de todo pero sin negociar su soberanía y mucho menos su sistema político y social.
Previa a cualquier negociación, sin embargo, está el problema del embargo, y sólo avanzando por esa senda se lograrán a su vez avances en la negociación. Pero el condicionante sigue ahí y Obama y sus colaboradores deberán plantearse con seriedad si están dispuestos a este tipo de condiciones y si estas concesiones les valen la pena. Por ahora todos están en preliminares y la espera puede ser larga y tediosa.
Alberto Míguez