sábado, octubre 12, 2024
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El PP ante el Papa

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Ahora resulta que, desde sectores de la propia derecha, se acusa a Ana Pastor, vicepresidenta del Congreso, y a Celia Villalobos, integrante de la Mesa de dicha Cámara, de apoyar la reprobación de Benedicto XVI por sus declaraciones en África sobre el sida y el uso de los preservativos. La reprobación, realmente, no ha sido votada sino admitida a trámite una proposición no de ley del diputado de ICV Joan Herrera, bastante particular en muchas de sus iniciativas, en la que pretende que el Gobierno condene las palabras del Papa que, por cierto, no son citadas en su literalidad. Dos diputados que representan al PP en la Mesa, Jorge Fernández e Ignacio Gil Lázaro, votaron en contra por el fondo del asunto (consideran que la proposición pone en cuestión el papel del Papa) y las dos citadas a favor por razones formales, que no de fondo.

La primera exageración, por tanto, es acusar a las dos diputadas, desde una posición que pretende defender los consabidos «principios y valores» y a la propia Iglesia católica, de apoyar la reprobación del PP. El Reglamento del Congreso establece que corresponde a la Mesa declarar la admisibilidad de las proposiciones no de ley sin determinar criterios específicos sobre este trámite, aunque se entiende que las razones de inadmisibilidad, como se especifica en otros reglamentos y en concreto en la tramitación de proposiciones procedentes de la iniciativa popular, son formales: que trate sobre una materia que se está discutiendo en la Cámara, que sea incongruente o contradictoria, que ya se haya votado otra proposición similar, que no cumpla los requisitos, etc. Es lógico porque, de otro modo, una mayoría parlamentaria trasladada a la Mesa podría cortocircuitar sin problema la participación de las minorías en la vida parlamentaria y en las propuestas de debate.

La defensa del Papa de la Iglesia católica, que es un derecho de los dos diputados que votaron en contra y de todos aquellos que se quieran sumar a ello, no puede ni debe estar en contradicción con el cumplimiento razonable de las normas ni con el derecho al debate y a la discusión sobre materias candentes. De hecho, el cardenal Ratzinger, actual Benedicto XVI, que sabía mejor que nadie que el filósofo ateo Flores d’Arcais discrepaba tan radicalmente de él que consideraba sus tesis tan fundamentalistas como las del Islam, no rechazó la discusión diciendo que se ponía en cuestión su papel, sino que mantuvo un largo y profundo debate público con el pensador italiano que causó sensación e interés en todo el mundo. Se podría decir, por tanto, que además de la batallita de un sector de la derecha española contra otro, sin debatir ni razonar sobre el fondo del tema, hay quien quiere ser más papista que el Papa.

Germán Yanke

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