La felicidad que durante dos días ha vivido el presidente del Gobierno con motivo de la visita de Estado del presidente francés, los elogios recibidos por parte de Nicolas Sarkozy y la corta luna de miel hispano-francesa que, durante cuarenta y ocho horas, han obscurecido los problemas reales del país, se han desvanecido con la primera derrota parlamentaria que, aunque no es vinculante, introduce un factor de perturbación en el Gobierno de Rodríguez Zapatero ya que, por mayoría, los grupos parlamentarios le han pedido al jefe del Ejecutivo, que prescinda el año que viene de algún ministerio como ejemplo de austeridad administrativa, y con la malísima noticia sobre la contracción del PIB en el último año.
La tensión del martes en el Parlamento, provocada por la moción del Partido Nacionalista Vasco, pactada con el Partido Popular y apoyada por la casi totalidad de los grupos parlamentarios (Convergència i Unió, Bloque Nacionalista Gallego, Esquerra Republicana de Cataluña y Unión Progreso y Democracia)m se ha vuelto a repetir el miércoles en una dura sesión de control en la que los vicepresidentes del Gobierno, De la Vega y Chaves, han tenido que recurrir a los casos de corrupción que afectan al Partido Popular (en Madrid y Valencia) para intentar hacer frente a las críticas de la oposición.
Esta primera derrota parlamentaria, que no han podido evitar los responsables del grupo parlamentario José Antonio Alonso y el sucesor de Ramón Jáuregui, Eduardo Madina, es la primera señal de alarma que ha sonado en las filas socialistas, sobre el comportamiento que va a tener el PNV después de su desalojo del poder gracias al pacto del PSOE con el PP, que se materializara la semana próxima con la investidura de Patxi López como lehendakari.
Esa señal de alarma ha venido precedida de hasta veinte señales de alerta, las mismas que los nacionalistas vascos han enviado al Gobierno, votando junto a los parlamentarios del Partido Popular, que, en su nueva política de acercamiento a los nacionalistas, han conseguido que muchas de sus mociones presentadas, entre ellas la creación de una Oficina Presupuestaria en las Cortes Generales, la proposición de ley sobre la garantía de derechos y mejora de la inclusión social de personas con discapacidad, la proposición no de ley sobre ayudas al sector de la automoción, o las medidas fiscales para mejorar la liquidez de pymes y autónomos, hayan salido adelante para sorpresa y preocupación del Gobierno.
El cambio que se ha producido en el grupo parlamentario socialista, con la incorporación de Madina, no parece que vaya a mejorar la capacidad de interlocución con los restantes grupos parlamentarios que, por distintas razones, se han ido alejando del Gobierno y que esperan al debate sobre el estado de la nación los días 12 y 13 de mayo, para pasar la correspondiente factura que en unos casos se llama financiación autonómica (Convergència i Unió), en otros respuesta al cambio de lehendakari en Euskadi (PNV)y en la mayoría simple voto de castigo por lo que consideran una errónea política económica que ha provocado más de cuatro millones de desempleados y una contracción del PIB (Producto Interior Bruto) del 2,9 por ciento, en un año (un 1,8% en el primer trimestre) la mayor de nuestra historia, según acaba de anunciar el Banco de España.
Con todos esos datos habrá que plantearse qué tipo de Presupuestos elaborará la nueva vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, con quién puede pactarlos y qué posibilidades tiene de sacarlos adelante, cuando los de este año, que no responden en absoluto a la realidad, acaban de ser recurridos, y aceptado el recurso, por el Tribunal Constitucional.
José Oneto