viernes, octubre 11, 2024
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Méndez y Toxo han perdido el norte

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Que el Gobierno lo haga mal e intente ocultar sus errores e incapacidad con mentiras para mantener sus expectativas electorales tiene una explicación defensiva y oportunista que se completa con el ataque simplista al primer partido de la oposición con el siguiente argumento: como hemos fracasado ante la crisis y el paro tenemos que decir que la oposición de la derecha del PP es corrupta y está a favor del despido libre, porque ellos, los ricos, son los culpables de la crisis financiera y de todo lo demás. Éste es el discurso de Zapatero y de su partido, y a él se han sumado como mansos corderitos los líderes sindicales de Comisiones Obreras y UGT, Toxo y Méndez, sin ver más allá de sus narices y repitiendo como papagayos todo lo que dice Zapatero.

Y con ese discurso van los sindicatos al Primero de Mayo, olvidándose, por ejemplo, de cómo estaba el paro en España cuando Felipe González dejó el Gobierno y cómo lo arregló el Gobierno del PP. Y ¿acaso los populares se lanzaron al despido libre cuando Aznar llegó al poder? Las circunstancias de esta crisis son distintas y peores, pero el caso español también es muy distinto y mucho peor al de nuestros vecinos europeos, y de eso tiene buena culpa este Gobierno, que ignoró la hinchazón y el previsible estallido de la burbuja inmobiliaria, y que perdió un año negando la crisis y tardando en reaccionar, como consecuencia de una notable incapacidad política, que es el principal problema del momento español, con Zapatero a la cabeza.

El problema del paro no es un asunto ideológico sino de gestión pública y de capacidad de los gobernantes. Es un drama nacional, familiar y social que nos afecta e incumbe a todos los ciudadanos, y que, por ejemplo, está siendo postergado y supeditado a cuestiones tácticas y electoralistas como la reforma del sistema de financiación autonómica. De la misma manera que existe un desigual apoyo del Gobierno a banqueros y multinacionales, con cientos y miles de millones, mientras que su medida estrella han sido los 8.000 millones de euros para que los ayuntamientos creen empleo que está resultando una chapuza y un rotundo fracaso.

Y resulta lamentable que el Gobierno, o el presidente, diga que ha pasado lo peor de la crisis y que se oculten los problemas de la Seguridad Social en vez de decir la verdad, reconocer la gravedad y buscar un gran acuerdo político y social de alcance nacional para hacer frente a estos asuntos. ¿Y todo esto no lo ven los sindicatos ni lo denuncian, en lugar de señalar como malos de la película a los empresarios, a los que acusan de aprovechar la crisis para echar a trabajadores de sus empleos? ¿Pero no se han enterado de la caída fulminante del PIB en el primer trimestre del año?

La política de Zapatero no es de izquierdas, y sus medidas de subsidios y de mínimas ayudas -como la de ayer de congelar el recibo de la luz para los parados, mientras se dan 1.500 millones a las compañías eléctricas- son parte de la demagogia gubernamental a ver si consiguen llegar vivos a las elecciones europeas del próximo 7 de junio. El mismo argumento con el que Zapatero reformó hace pocos días su Gobierno, y los sustituyó por los ministros más políticos y de su confianza, para romper la barrera del gasto y lavar la cara al Ejecutivo con rostros ya conocidos, que por una parte, la de la vicepresidenta Salgado, carece de experiencia en la gran política de la economía y las finanzas, y por otra, la de Fomento, poniendo al frente de un departamento a un político, Blanco, que, como la catastrófica Álvarez, desconoce absolutamente la problemática de las obras públicas.

¿Qué tiene que ver este Gobierno con el del admirado, por la izquierda de este país, Barack Obama? ¿Acaso el presidente americano no ha incluido en su Gobierno a ministros del Partido Republicano y a expertos de primer nivel del mundo de las finanzas y de la economía de Estados Unidos?

Los líderes sindicales han perdido el norte, y están jugando al izquierdismo de salón en vez de preocuparse del paro actual y del que aún se nos viene encima. Y sus quejas y denuncias deberían ir dirigidas contra el Gobierno, que es el que tiene la responsabilidad, y no contra la oposición, que no tiene capacidad alguna de actuar. Y si continúan por ese camino puede que sus propias bases sindicales se les subleven a Méndez y Toxo, dejándoles en la peor situación. Los parados no quieren subsidios de caridad sino empleo, y los que están a punto de ir al paro, lo mismo. Y los españoles, en general, lo que necesitan es un Gobierno fuerte, técnicamente bien preparado, y todo un líder político que diga la verdad y que se deje de optimismos ridículos y de mentiras y ocultaciones impresentables como las relativas a la Seguridad Social. En realidad, los líderes sindicales lo que deberían de exigirle, no ya al Gobierno, sino al PSOE, es un Gobierno de primer nivel y otro presidente que no sea Zapatero, que sepa aunar a los españoles en lugar de dividirlos con sus soflamas ideológicas y disparates federales, o guerras civiles del pasado, que es lo que ha hecho Zapatero desde que empezó a gobernar.

Pablo Sebastián

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