viernes, octubre 4, 2024
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El empleo sigue cayendo, pero algo menos

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Los datos de empleo de marzo han sido malos, pero los menos malos del último semestre. La tendencia sigue siendo mala, pero algo más matizada. Tanto el registro de paro como en afiliación a la Seguridad Social, el mes de marzo es de los peores de la historia y no sirven paliativos.

Los economistas dicen que se está en recesión cuando durante dos trimestres consecutivos se registran caídas en el PIB. Es una definición tan solvente como cualquier otra, que busca consistencia en los datos, y un semestre es un plazo más que razonable para considerar que se trata de una situación como para tenerla en cuenta y encender las luces rojas de alarma.

Pero también podría servir otro criterio más sencillo y más madrugador. Certificar la recesión cuando va a cumplir un año ayuda poco a evitarla y superarla. Podía servir como alerta más temprana advertir de recesión (alo así como «bomba viene» o «agua va») en el mismo momento en el que se produce el más leve descenso del nivel de empleo. Con esa referencia estamos en recesión desde principios del año 2008, y si desde aquel momento se hubieran encendido las señales rojas, quizá las medidas de respuesta y la conciencia del problema hubieran llegado antes.

El primer trimestre de este año (y el anterior) ha sido catastrófico en materia de empleo, medio millón de parados más en cada uno de ellos. Y lo mismo sirve para los cotizantes de la Seguridad Social, que también se han venido abajo en casi un millón durante esos seis meses.

Los efectos para las cuentas públicas son desoladores, más gasto en subsidios de paro y muchos menos ingresos por cotizaciones y por pagos a cuenta del IRPF. Y más desoladoras aún para ese millón de parados que, además, tienen un panorama de recuperación del empleo muy poco favorable. El empleo es lo último que llega en las recuperaciones, primero hay que tocar suelo, luego recuperar el equilibrio y finalmente encender la caldera de la actividad para llenar los almacenes y los mostradores.

Simultáneamente a los datos de empleo se ha conocido la decisión del BCE de reducir un cuarto de punto los tipos de interés, mucho menos de lo que los mercados esperaban y exigían. La rebaja del BCE es modesta, una señal de que hay que animar las economias pero sin meter demasiado oxígeno. La moderación de la bajada puede interpretarse como sugerencia de que la caída de la actividad puede empezar a tocar suelo en primavera y que no conviene sobremedicar al paciente.

Pero la decisión relevante, histórica, es que del G-20 salen medidas consensuadas y coordinadas que suenan fuertes, que Obama ha impuesto sus tesis preactivas más allá de lo que pretendían los europeos centrales, que confían en una cierta inercia en la recuperación.

El mensaje de los líderes políticos ha sido activo, intenso y, hasta cierto punto, comprometido con la recuperación. La cumbre ha sido más fértil de lo esperado, por eso las bolsas han respondido al alza.

Fernando González Urbaneja

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