viernes, octubre 4, 2024
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Un IPC inédito, pero no inesperado

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Los precios retroceden, el IPC de marzo reflejará una caída general del índice de precios que medido en tasa interanual alcanzará el -0,1%. Es un dato inédito y sin precedentes pero no inesperado, los expertos pronosticaron hace tiempo que en los meses centrales del 2009 el IPC reflejaría tasas negativas. Esa situación se ha anticipado un par de meses y puede prolongarse hasta noviembre una vez que salgan de la base los meses más inflacionarios del pasado año, afectados por el encarecimiento de los precios de las materias primas en los mercados mundiales, especialmente del petróleo y los cereales.

A ese factor, que estaba descontado en los pronósticos, se ha unido en el caso español el efecto de la caída del consumo, que empuja a los comerciantes a ajustar sus márgenes y reducir precios para atraer clientes y mantener las ventas, al menos mientras se alivian los almacenes.

Pendientes de que a mediados de abril los datos desagregados del IPC confirmen el indicador anticipado conocido el lunes, conviene atender más a la inflación subyacente que a la medida por el índice general, que incluye referencias tan volátiles como el petróleo y algunas otras materias primas. Esa inflación subyacente crecía menos que la general el pasado año (tasas entre uno y dos puntos menos durante los diez primeros meses del 2008) y más que el general (un punto más) desde el pasado mes de noviembre.

Lo que ocurre en España es coherente con los datos de otros países. En febrero, Estados Unidos, Suecia, Suiza y Japón registraron tasas negativas en su IPC, y los países centrales europeos andaban cerca, por debajo del 1% en todos los casos. El riesgo de deflación, apuntado por algunos, existe, sobre todo si la economía sigue la cuesta abajo y las medidas de reactivación no logran el objetivo perseguido. Pero no es un riesgo probable en estos momentos.

Más probable es que la oferta de bienes y servicios se está ajustando a una demanda menor que responde a la crisis con propensión al ahorro, coherente con el riesgo de desempleo que condiciona las decisiones de las familias. La versión amable de los indicadores actuales de precios argumenta que ésta es una economía flexible que se adapta con rapidez a un contexto adverso. Otra cuestión es que ese contexto se extienda en el tiempo y abra la puerta a una fase de deflación. Para eso hace falta que la tendencia continúe durante los próximos meses.

Fernando González Urbaneja

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