Tanto los agentes económicos, familias y empresas, como las entidades financieras y los estados empiezan a recuperar suministro crediticio. No es una condición suficiente para salir de la recesión pero sí es necesaria.
Los estados colocan deuda sin problemas insoportables, a bajo precio en el corto plazo y con diferenciales más altos en el medio y largo plazo. Todos entienden que aunque el interés básico sea bajo, del 1% hacia bajo, a medio y largo plazo las primas de riesgo y una demanda creciente van a encarecer el crédito. No puede ser de otra manera.
Botín, que no tira piedras contra su tejado, dice que el crédito se normaliza, que crece y que los bancos atienden la demanda atendible; más aun, dice que hay poca demanda, lo cual debe desesperar a los que piden y no les dan por insuficiencia de garantías.
Los propios bancos y cajas, una buena parte con aval del Estado y su correspondiente coste recurren de nuevo a emisiones de todo tipo y a plazos más largos para refinanciar sus compromisos y colocan rápido y sin costes desmesurados.
La situación de liquidez se va aclarando; no así los riesgos, éstos siguen siendo importantes y los clientes finales tendrán que pagarlos.
La factura de la crisis va a ser colosal, se ira pagando con el paso de los años, mejor si la recuperación llega pronto y se consolida.
De momento, las cañerías se desatascan y el sistema financiero empieza funcionar sin entusiasmos ni creatividad apabullante, pasito a pasito, emisión tras emisión y con cuidado.
Fernando González Urbaneja