viernes, octubre 4, 2024
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La hora de los hechos

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La suya ha sido una intervención doliente. «Tienen 38 escaños para destruir, pero sólo 25 para construir». Y así todo. Le ha faltado al lehendakari en funciones una mención expresa a la amenaza terrorista contra el próximo Gobierno vasco. Sin embargo ha insistido en el déficit democrático que supone el que no estén en el Parlamento de Vitoria los representantes de la ilegalizada Batasuna, por la Ley de Partidos que el nacionalismo rechazó. También en la idea soberanista del ‘derecho a decidir’, «aprobado por la mayoría de esta Cámara».

El discurso de Patxi López (otros 90 minutos) ha sido compacto, no ha dejado al aire ninguno de los aspectos claves. Ha insistido en su anhelo de un Gobierno para el conjunto del país, al frente de un Ejecutivo «fuerte, sólido y estable». Y ha hecho un agradecimiento expreso al PP del País Vasco, «que ha hecho posible» el documento que recoge las «bases para el cambio democrático al servicio de la sociedad vasca» suscrito por ambos.

De poco le ha valido su insistencia en que no hará, no pretenderá, un Gobierno «frentista», ni el tender la mano al «principal partido de la oposición». O tal vez sí, cuando el tiempo pase. En cuanto a la fuerte crisis que se avecina en el País Vasco -retrasada por su particular tejido industrial y el valor del Concierto Económico-, ha optado por el endeudamiento, «porque el margen del que disponemos es muy alto». Aportaciones que se destinarán a políticas extraordinarias «básicamente de inversión», sin que «en ningún caso cometamos el error de cubrir un gasto de carácter estructural con endeudamiento». Eso sí, sin sacrificar tampoco sus políticas sociales: «No habrá recortes en derechos sociales», ha prometido.

«Gobernaré con el Estatuto en la mano»

Pero ha habido cuestiones más simbólicas del discurso de Patxi López con ser, el de la crisis, el de mayor urgencia en el contexto mundial. En la sede de la soberanía popular vasca ha recho un homenaje a las víctimas del terrorismo y ha tronado el hemiciclo cuando ha anunciado: «Yo voy a presidir un Gobierno que ha sido expresamente amenazado antes de empezar su andadura. Una sociedad democática no puede tolerar que su Gobierno legítimo sea chantajeado por una organización terrorista».

Ha habido otras sentencias que sonaban solemnes, tras treinta años de gobiernos nacionalistas incómodos con el marco vigente. «Trabajaré desde el primer día de mi mandato para revitalizar el Estatuto de Gernika (…) Cumpliré a rajatabla esta obligación. Gobernaré con el Estatuto en la mano».

Tampoco ha dejado pasar la cuestión lingüística, ni la educación. «Mi Gobierno será especialmente beligerante en la defensa de la democracia, de combate a los presupuestos ideológicos del totalitarismo y de deslegitimacuión ética, social y política de la violencia y el terrorismo en cualquiera de sus formas». El objetivo, ha añadido, es alcanzar un «bilingüismo integrador», por lo que se fomentará la utilización vehicular de las dos lenguas oficiales». Es decir, podrá estudiarse, también, en castellano, para lo que ha anunciado la derogación «de inmediato» de los decretos escolares «por no respetar la propia Ley». Ha anunciado,también, la deslegitimación social del terrorismo en los medios de comunicación.

Ante un pleno histórico, con récord de invitados y de periodistas, Patxi López ha tomado también un gesto de Obama al formular un reconocimiento a la labor del que será su antecesor, Juan José Ibarretxe, y se ha mostrado esperanzado en ser «un digno heredero» de los ‘lehendakaris’ que le han precedido, desde José Antonio Aguirre hasta el actual.

En las tribunas, socialistas como Begoña Gil, esposa de Patxi López, Leyre Pajín, Txiki Benegas, Javier Rojo, Dimas Sañudo, Mikel Cabieces, Carlos Totorica, y numerosos cargos del partido escuchaban con atención a su líder. También entre los populares, Pilar Aresti, Ascensión Pastor, entre otros, atendían a los candidatos. Entre los nacionalistas, con gesto adusto, el ex lehendakari José Antonio Ardanza e Iñigo Urkullu, presidente del PNV. Junto a ellos, el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Fernando Ruiz Piñeiro, a quien Ibarretxe lanzaba algún reproche encriptado.

Fin de los discursos en la sesión matinal. El hijo de Lalo, un ajustador de los Astilleros de La Naval, de Sestao, se erigía en próximo lehendakari. La alegría entre socialistas y populares era inversamente proporcional a la gravedad de los rostros en las filas nacionalistas. Faltaban horas para una votación a la que se espera, en esta Cámara, a los líderes del PP y del PSOE, Mariano Rajoy y José Blanco.

Chelo Aparicio

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