viernes, octubre 4, 2024
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Indulgencia ‘in articulo mortis’

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La encuesta del CIS, ya en la antesala de las elecciones europeas del 7-J, sigue siendo un misterio. Las cifras y porcentajes «descubiertos» por el Centro de Investigaciones Sociológicas, han significado casi un indulto al PSOE y su Gobierno por sus abundantes culpas políticas. Ese punto de ventaja que casi le saca al PP equivale a una absolución que provisionalmente le libera del infierno de los cálculos y premoniciones. Dadas las circunstancias que describen el panel de los méritos o más bien deméritos acumulados por el zapaterismo, el CIS ha decretado a favor suyo una indulgencia «in articulo mortis». El generoso dictamen salva el alma del moribundo y le garantiza el paraíso o por lo menos el purgatorio. En tal caso se desconoce la duración de las penas.

Algo de esta inmerecida bienaventuranza ya se presentía incluso en el círculo de los incrédulos. Zapatero había recuperado la sonrisa; Don José Blanco «Blanquísimo» se paseaba por la escena política con la prestancia de un emperador; Teresa de la Vogue había abandonado un cierto rictus de inquietud; Manuel Chaves, recién llegado a la púrpura del vicepoder, desaparecía hábilmente de los focos inmediatos, aunque haya suspendido por poco el examen, para no mostrar su poca agraciada figura de todo orden; de todos modos los números no merecían la catalogación de dogmas de fe. Eran los gestos, las estampas personales, sobre todo la del suspendido Zapatero, los síntomas que tendían a insinuar hasta qué punto los principales concernidos por las calificaciones estaban ya informados previamente de ese 0,8 de ventaja del PSOE sobre el PP. Lo de menos era la nota personal. Lo fundamental venía dado por el hecho de que, según los expertos «investigadores», el barco sociata le ganaba un palmo al esquife popular y tenía garantizada una prometedora navegación, aunque todavía se ignora si la singladura acabará siendo feliz. Hasta ahí no llegaba la capacidad o agudeza de los videntes en plantilla.

Ahora bien, en medio de tanto presentimiento, una gran sorpresa quedaba en reserva. El CIS ha descubierto que Carme Chacón, la ministra de Defensa, es la mejor valorada en las estimaciones del voto nacional. A pesar de lo de Kosovo o tal vez por esa misma valerosa imprudencia que rivalizaba con la de Zapatero en Iraq, la ministra del «capitán, diga viva España», sin gran entusiasmo tonal por parte de ella, se ha ganado la preferencia de la opinión consultada. El mundo mediático, a quien ella regateaba la información que no quería o no le convenía transmitir con la generosidad de otros titulares de cartera, se ha sentido asombrado. Bueno, no todo él, porque las simpatías que concita la dama son perfectamente divisibles.

La Chacón no es precisamente un modelo de telegenia, pero hay datos y datos. El vestidito adecuado en ceremonias políticas y en sus peregrinaciones a los países donde nuestros soldados y soldadas tienen presencia, su soltura uniformada, su embarazo voluminoso compatible para ella con el penoso compromiso viajero, invitan a sopesar la importancia de ciertas apariencias físicas (siempre está detrás el peso del espíritu). Y ello hasta el punto de que logre clasificarse en una muestra internacional de damas vistosas e incluso deseadas, al menos según lo que mediáticamente trascendió. La muestra abarcaba a cien féminas y doña Carme obtuvo el puesto número noventa y nueve. Era prácticamente el farolillo rojo, pero era. Estaba. Menos da una piedra, habría dicho un castizo con cierta mala intención.

Valga la anécdota para realzar la primacía de la imagen y de la foto inmortal. Doña Carme Chacón, piénsese lo que se quiera, ha logrado cautivar a los consultados por el CIS. Su cotización política personal seguramente le valdrá para mantener el nivel de su carrera. Podrá ser la 99 en una escala de 100 mujeres deseadas, pero lo importante es que es la preferida del voto nacional en esta encuesta casi preelectoral que unos han recibido con gozo, otros con suspicacia y algunos con incredulidad. Vale.

Lorenzo Contreras

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