El Banco Santander estudia ampliar su estrategia de dividendos para facilitar las decisiones de sus accionistas. Mantiene el compromiso de aumentar el dividendo, sin superar un pay-out del 50% (que supone repartir menos de la mitad de las ganancias netas) pagado en metálico. Pero para aquellos accionistas tradicionales que reinvierten esos dividendos en más acciones del banco va a ofrecer, a partir de otoño (del dividendo de noviembre), segundo a cuenta de este año), que el pago del dividendo se haga en acciones o en dinero.
La oferta tiene alguna ventaja fiscal coyuntural para los inversores (evitan la retención a cuenta) y beneficia también al banco al reforzar la base de capital. Tratan de que sea el propio accionista quien decida el procedimiento de retribución, para cumplir el compromiso asumido meses atrás de pago en efectivo y creciente.
Para el Santander y el BBVA, los dos grandes bancos españoles y europeos que parecen inmunes a la crisis, mantener beneficios y dividendos (pagados en metálico o en acciones) este año y el próximo constituye su particular prueba de resistencia.
Los dos bancos han salido al mercado para colocar emisiones a medio plazo y buen precio sin aval público. El Santander ofreció ayer una emisión a cinco años de 1.500 millones de euros en cédulas hipotecarias que el mercado adquirió en pocas horas. Antes el BBVA había planteado operaciones similares, aunque a plazos más cortos.
La colocación inmediata de esas emisiones revela que los mercados mayoristas de crédito empiezan a funcionar, lo cual es imprescindible para recuperar niveles razonables de confianza. Una confianza que tiene que sustentarse en una sólida base de capital y en una generación de recursos y de beneficios que no se encoja.
Y al fondo queda la calidad de los activos, la gestión de la morosidad y la recuperación de los recursos prestados, porque si importante es captar nuevos recursos en los mercados mayoristas y minoristas, más aún es que las operaciones ordinarias en curso lleguen a buen fin.
Fernando González Urbaneja