El Tesoro colocó letras a 3 y 6 meses entre el 0,76 y 0,82%, con rebaja de 10 centésimas respecto a la subasta anterior. Colocó casi 3.000 millones de euros sobre una oferta de fondos de más de 8.000 millones de euros. El papel del Tesoro a corto plazo se coloca por debajo del tipo de interés oficial del BCE y del tipo interbancario (euribor). Es un dato, no una opinión, que quiere decir que el ahorro se acumula y se reserva, que los inversores no quieren correr riesgos, que buscan seguridad y corto plazo, el dinero está a la espera, sin luz suficiente, en el túnel.
En los plazos largos, los bonos a diez años, que son los protagonistas centrales y referentes de los mercados monetarios, los precios andan entre el 1,4% de Japón (aunque ése es mercado peculiar), el 3,15% en Estados Unidos, el 3,24% en Alemania, el 3,6% en Gran Bretaña y Francia y el 4% español e italiano (éstos, unas centésimas más caro).
De manera que el precio del dinero a plazo para los Estados con buenas garantías anda entre el 3 y el 4%. Así que no cabe esperar que el crédito a los agentes económicos vaya a ser más barato. Lo previsible es que a partir de esas cotas se sumen las primas de riesgo, de provisiones y algún otro añadido adicional.
El problema es para el ahorro, precisamente cuando parece más prudente y recomendable mientras se estabiliza la situación, no tiene estímulos, no tiene premio. Quienes ahorran (los que puedan) lo hacen sólo por miedo y por prudencia ante un futuro incierto.
Todos los datos económicos y financieros ponen de relieve una situación crítica y decepcionante. Revelan pesimismo e inquietud. Como elemento positivo, cabe señalar que se van rectificando desequilibrios financieros generados durante la burbuja y que el sistema financiero empieza a normalizarse para volver a cumplir su función de correcta asignación de recursos, que es de lo que se trata.
Fernando González Urbaneja