Los muchos años sin pasear con «La Gabarra», ni el miércoles, jornada impropia para la final de Copa, ni la potencia del adversario, el Fútbol Club Barcelona, han aminorado los deseos de los seguidores el Athletic Club de Bilbao de volver a la final. Hoy, en Mestalla, se volverá a vivir la gran fiesta de la Copa, a pesar de que desde hace años se le ha ido restando trascendencia con el sistema de competición.
La competición copera, la que ha otorgado tradicionalmente el título de Campeón de España, la han difuminado metiendo con calzador eliminatorias en miércoles con frío, lluvia y nocturnidad. La final, por los múltiples compromisos de la Federación, también ha caído en día que ofrece más obstáculos que facilidades.
La Federación hace caja, su principal interés, porque los derechos de televisión, la publicidad y la venta de localidades no fallan. Con el campo lleno argumenta que cualquier día es idóneo, como lo demuestra el seguimiento de las aficiones.
Valencia vive hoy el espectáculo entusiasmante de miles de seguidores de ambos equipos que ponen colorido a las calles antes que al recinto deportivo. En fin de semana la excursión se toma con más entusiasmo aún porque no obliga a desplazamientos urgentes.
Los aficionados bilbaínos han de hacer gran sacrificio para estar con su equipo. Perderán horas de trabajo y, lo que es peor, muchos correrán graves riesgos en las carreteras al tener que hacer los desplazamientos de ida y vuelta en el menor tiempo posible.
En la final están el gran equipo de la temporada, el Barça, y el tradicional campeón copero, el Athletic Club, al que casi se le había borrado de la memoria la última final disputada.
El Barça es equipo de características contrarias a las del Athletic. Será el choque de dos fórmulas. Al toque, al juego técnico barcelonista, se opondrá la viveza, la garra del equipo vizcaíno. Guardiola y Caparrós creen en fútbol diferente. El Barça juega a ganar la tripleta de títulos. El Athletic a recuperar la historia.
Julián García Candau