Apagada la expectativa ante las nuevas medidas del Gobierno, tocaba hoy el turno a los partidos minoritarios del grupo mixto. Y correspondía el debate, el intercambio e incluso la paciencia. Algo desinflado tras el maratón parlamentario, Zapatero se ha empleado sin brío a debatir con cada uno de ellos. Pero ha sido generoso en el tiempo, incluso en la consideración, principalmente con Coalición Canaria y con Nafarroa Bai.
La jornada vivía de los ecos de la víspera y sólo la perspectiva de la disputa de la Copa de fútbol entre el Athletic y el Barça aportaba colorido al ambiente. Era la huella de la crítica severa al Gobierno por el líder del PP, el portavoz de CiU, y el del PNV, y la dureza empleada entre Zapatero y Rajoy. El representante del Grupo socialista, José Antonio Alonso, se explayaba finalmente en las propuestas del Gobierno y en la censura al comportamiento airado del líder del PP.
Rajoy centró buena parte de la mañana en convertir su escaño en una suerte de despacho de trabajo, junto a la Vicesecretaria General del partido, Ana Mato, y a Jorge Moragas, intercambiando diálogos y anotaciones. Después dejaba claro ante los periodistas que los verdaderos perdedores del debate de ayer no son otros que «los cuatro millones de parados».
Llegaba la hora de la reflexión. El debate ha finalizado con el mensaje final del presidente, opuesto al abismo reflejado entre las dos fuerzas políticas ayer en el Congreso. Nadie se fía de nadie y el PSOE da por descontado que la estrategia del Partido Popular descarta la colaboración con el Gobierno, pero parece evidente que tampoco el Gobierno, ni el PSOE, tiene interés alguno en acercarse al PP para afrontar la crisis. «Quieren volver al ladrillazo», decía despectivo del PP el portavoz socialista al final de este debate. Pero Zapatero rizó su mensaje de la víspera invitando «a todos los grupos a hacer un esfuerzo especial». Quizá era sólo retórica, pero podía haber empezado el gran debate por ahí.
Chelo Aparicio