viernes, octubre 4, 2024
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Las cajas, en campaña

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Se ha caldeado esta semana el ambiente en las cajas de ahorros con vistas a darle un empujón a la consolidación del sector. El Gobierno quiere fusiones y las quiere cuanto antes y de la forma lo más voluntaria posible para así librarse de tener que financiar ensamblajes, como pretendían (en su caso con razón) los gestores de Unicaja a la hora de comerse a la Caja de Castilla-La Mancha (CCM). A la postre se ha visto que tenían bastante razón en sus exigencias reclamando importantes ayudas porque la CCM era un caso manifiesto de quiebra financiera. Por fortuna, el caso (es decir, cajas con altas pérdidas ocultas) no parece muy extendido, aunque la continuidad de la crisis económica está llevando hacia la zona límite a algunas entidades.

Para evitar males mayores y que el mal se extienda, el Banco de España está empujando con su capacidad persuasiva, que no es poca, en la dirección adecuada, es decir, recordando a algunas entidades que no han hecho los deberes de forma adecuada y que un arreglo vía fusión les vendría como anillo al dedo. En esta tarea están contando en los últimos días con el apoyo de algunos presidentes autonómicos. No es ningún secreto que la autoridad última o aunque sólo sea decisoria, en muchas cajas de ahorros españolas pasa por la presidencia de la Comunidad Autónoma correspondiente.

Tan mal debe estar el asunto que hasta el propio José Montilla, el presidente catalán, ha salido a la palestra para animar a sus numerosos cajeros (Cataluña es con diferencia la región española con más cajas y con un mapa financiero más disperso) a abordar acuerdos de fusión o mejora de dimensión, que es lo mismo. Montilla había expresado no hace mucho ideas bastante diferentes, argumentando que el «modelo catalán» de cajas de ahorros amparaba con suficiencia el actual mapa del sector en esta zona del país. Parece, sin embargo, que Montilla ha cambiado de opinión, quizás presionado por la evidencia de que algunas cajas de la zona se aproximan a un estado de dificultad financiera a medida que avanza la crisis, se alarga la llegada de la recuperación, no acaba de frenarse el aumento del paro y la morosidad sigue en alza, erosionando los balances. En Cataluña siempre se ha pensado en que había margen para fusiones. Casi una docena de cajas de ahorros en un mercado bastante reducido y en donde un gigante, La Caixa, tiene dimensión estratosférica en comparación con los restantes competidores, son muchas entidades. Es más, la presencia dominante de La Caixa podría haber provocado la aparición en escena de algún aspirante a competidor. Pero en Cataluña están La Caixa y otros diez (quizás nueve, porque Caixa Catalunya tiene importante tamaño). Caixa Catalunya, que es una caja claramente del grupo de los grandes, no ha tenido ni la imaginación ni quizás la suficiente fortaleza financiera como para haberse convertido en la alternativa a La Caixa. Y podría haberlo hecho si hubiera contado con la aquiescencia de alguna de las entidades menores de la zona. No ha sido así y ahora posiblemente aparezcan las urgencias.

Junto a Cataluña, otras dos Autonomías parecen en marcha, sin contar el País Vasco, en donde la fusión de las tres ya estaba prácticamente hecha pero descarriló por motivos políticos. Ahora, con nuevo presidente en la BBK y sobre todo con nuevo reparto de poder político, quizás la reactivación de este proceso no tarde en llegar. Entre tanto, Castilla y León ha puesto por fin en marcha su proyecto, con dos cajas involucrada ya en un acuerdo de negociaciones. En Andalucía, el nuevo presidente de la Autonomía, Griñán, ha metido prisa a los cajeros de la zona, quizás con la secreta esperanza de neutralizar el caso anómalo de CajaSur (la caja de los curas), matando dos pájaros de un rito, ya que diluye a uno de los protagonistas más díscolos y rodea a Unicaja de un poder financiero con ambiciones nacionales, no en vano es posiblemente la caja mejor pertrechada y más solvente del país, según los análisis que se manejan.

El protagonismo de los políticos en esta operación de consolidación empresarial y financiera está siendo inevitable, sobre todo porque el Gobierno se ha opuesto a cambiar la legislación para evitar el excesivo peso político en estas entidades y en la toma de decisiones. Ese cambio legislativo parece que estaba preparado hace meses, pero ha pasado al olvido. Todos quieren fusiones y cajas más fuertes, pero controladas desde los Gobiernos autonómicos. La cuestión es si serán posibles las dos cosas a la vez.

Primo González

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