Mucho ha sido el revuelo ocasionado a raíz de la decisión del Tribunal Constitucional de permitir a Iniciativa Internacionalista presentarse a las elecciones europeas. Algo que puede parecer lógico, si tenemos en cuenta que se trata de un partido que ha reconocido abiertamente que no condena la violencia terrorista. Sin embargo, también hay que entender -y aceptar- que vivimos en un país democrático. Y esa democracia debe ser para todos, nos guste o no y opinen lo que opinen unos y otros.
Aunque el Tribunal Supremo había dictaminado lo contrario, los magistrados del Constitucional le han dado la razón a Iniciativa, que podrá presentar su lista de candidatos en busca del voto de los nacionalistas y de la izquierda aberzale. El fallo de los jueces no debe sorprendernos puesto que únicamente han aplicado los principios de nuestra Constitución y, por tanto, que la polémica lista acuda a los comicios es la decisión más razonable y que mejor se ajusta al marco de garantías constitucionales en que vivimos todos los españoles. Es decir: aunque pueda parecer contradictorio, es una resolución que refuerza nuestra democracia.
Sin embargo, a partir de ahora la justicia y las fuerzas de seguridad del estado deben intensificar su vigilancia. Es absolutamente necesario revisar de forma exhaustiva y constante las cuentas de este partido político (en realidad, de todos). Mientras haya sospechas de conexión con ETA (aunque de momento no se pueda probar) hay que seguir vigilando. Las autoridades deben conocer dónde se destina cada céntimo de los fondos del partido, porque una cosa es respetar la Constitución y otra muy distinta dormirse en los laureles. En un estado de derecho todos debemos acatar las decisiones judiciales. Pero también debemos respetar la ley.
De todos modos, lo peor de este caso no es que Iniciativa Internacionalista se presente a las elecciones. Lo verdaderamente preocupante es que sin duda habrá quien otorgue su voto a dicha formación. Y habrá también quien lo haga como un gesto de apoyo a los violentos. Eso, también eso, es lo que tiene la democracia. Nadie dijo que fuera perfecta.
Miguel Ángel Rodríguez