viernes, octubre 4, 2024
- Publicidad -

¿Pero de qué se ríen?

No te pierdas...

Lo peor que le puede ocurrir a un partido político durante una campaña electoral no es perder esta o aquella batalla ocasional en el conjunto de su estrategia, sino hacer el ridículo. Y eso es precisamente lo que le está ocurriendo al PSOE, hasta el punto de haber suscitado la pública alarma de Felipe González. Y le está ocurriendo no de manera episódica (ahora suele decirse puntual), sino a través de circunstancias que contaminan todo el proceso conducente a las urnas del 7-J. El apoyo brindado por la izquierda abertzale a la llamada Iniciativa Internacionalista-Solidaridad entre los Pueblos (II-SP) representa una auténtica tomadura de pelo. Cuando Arnaldo Otegi, verdadera voz de Alfonso Sastre en esta aventura electoral, hace como que pide el voto de los filoetarras para el candidato de ETA, se limita a transmitir una orden, ni siquiera una consigna; y encima el Tribunal Constitucional viste de respetuosa legalidad su propia decisión avalista de la candidatura admitiendo que «puede deducirse razonablemente que ETA y el partido político ilegalizado (¿la anterior franquicia?) conceden cierta relevancia a estas elecciones», pero que aun así «no puede alcanzarse la conclusión de que ello haya de ser mediante la instrumentalización de esta coalición», es decir, II-SP.

Dos días después, la izquierda abertzale hace saber en rueda de prensa que «acepta la invitación» de II-SP para apoyarla y «alentar» a los votantes adictos en el sentido indicado. Faltaría más. Todo ello con encubiertas ofertas de volver a las andadas por la vía de los diálogos pacificadores. Porque como, según Otegi, hay «sectores del Estado español» que reivindican un proceso de diálogo y negociación para la solución de los «conflictos políticos», desde la izquierda abertzale (no dicen filoetarra) «comparten con entusiasmo» tales criterios.

Mientras tanto, con Zapatero y Rajoy como figuras estelares, aunque los cabezas de lista de sus formaciones sean López Aguilar y Mayor Oreja, respectivamente, la campaña intenta a toda máquina rentabilizar los episodios nacionales que se van sucediendo. El cántico que ZP ha dedicado a Andalucía, tan deprimida ella en un variadísimo orden de cosas, afianza la sensación de estafa a la que su población más consciente puede notarse sometida. Pero la cantera de votos socialistas es la que es.

Mariano Rajoy, por su parte, busca cierto refugio en Galicia, aprovechando la reciente victoria electoral autonómica, y la propone como paradigma del «cambio» en España. La verdad es que también él engaña por vía hiperbólica. Menos mal que Feijóo, el nuevo presidente de la Xunta, no ha perpetrado todavía alguna de sus versatilidades en reserva, ya insinuadas mediante el síntoma de que la guerra de las lenguas no se va a resolver tan igualitariamente como algunos crédulos pronostican.

La cantera a la que recurrir para explotar materiales electoralistas está abierta y con sus filones al aire. El PSOE ya se ha lanzado con todos sus bríos sobre el palpitante ‘caso Gürtel’ y no va a dejar durante la campaña el empleo de toda la gama de descalificaciones. Ha tenido, eso sí, la mala suerte de que la gripe A haya afectado a un cuartel de ingenieros, en la localidad madrileña de Hoyo de Manzanares, con una importante cantidad de militares contagiados, y además con demora en la comunicación de los casos a la opinión pública, incluso poniendo en peligro a una población escolar infantil que fue de visita a las instalaciones en plena vigencia del peligro. No precisamente un modelo de previsión y diligencia por parte de la ministra de Defensa, Carme Chacón.

El talón de Aquiles del PP en esta coyuntura se llama, aparte de ‘caso Gürtel’, Francisco Camps, cuya canonización se intenta desesperadamente. Tan desesperadamente que a veces se tiene la impresión de que Rajoy, con Mayor Oreja de víctima complementaria, está quemando algunos de sus importantes recursos de imagen. Simultáneamente, el PSOE se lanza en picado sobre las implicaciones de la Comunidad de Madrid, sin tener en este caso Rajoy la garantía de que Ruiz-Gallardón, el alcalde de la capital, está en línea de solidaridad con él y no ante todo en plano de beligerancia subterránea contra Esperanza Aguirre. Y ello en el peor de los momentos, en la menos propicia de las coyunturas. Normalmente a este tipo de situaciones se alude cada vez que de alguien se dice que le crecen los enanos.

Para Rajoy, como para Zapatero, la cuestión fundamental parece ser no perder la sonrisa. En este aspecto, ambos rivalizan casi prodigiosamente. Entran ganas de preguntar a gritos: ¿pero de qué se ríen?

Lorenzo Contreras

Artículo anterior
Artículo siguiente

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -