El Barcelona solamente tardó diez minutos en encontrar el modo de derrotar al Manchester. Hasta el gol de Eto’o los ingleses habían dominado el juego de ataque, habían disparado a la puerta de Valdés y los constructores del fútbol barcelonista no habían encontrado el balón.
El Manchester salió a convertir su arma del contragolpe rápido en la fórmula para conseguir la copa. Los primeros minutos dominó, encontró huecos para acercarse al marco contrario y se temió le peor.
Afortunadamente, llegó la primera jugada del fútbol inteligente barcelonista y Samuel Eto’o, negado en los últimos partidos ante el gol, batió a Van der Saar después de un recorte dentro del área.
La ventaja en el marcador cambió el partido. El Barça, que no perdió el equilibrio, que no se puso nervioso ante los contragolpes del contrario, comenzó a hacerse dueño del balón y con tal circunstancia el partido podía ser suyo.
Desde el momento en que Xavi e Iniesta entraron en juego el medio campo fue barcelonista y Messi apareció para dar dolores de cabeza a la defensa manchesteriana. Fue la estrella argentina la que consumó el triunfo con un remate de cabeza a centro de Xavi.
El Barça jugó sin Alves, Márquez y Abidal en la defensa y con Iniesta y Henry recién salidos de una lesión sin plenitud física. Pese a ello consiguió mostrar su superioridad y se proclamó campeón después de ganar la Liga al Real Madrid y la Copa del Rey al Athletic. En la final europea superó al campeón de la pasada campaña.
El triunfo del Barça es más que meritorio por haber sumado la tripleta de trofeos. A ellos puede añadir la Supercopa de España y la Supercopa de Europa. No renunciará a dos títulos más.
En Roma fue conquistador como el emperador español Trajano y también como Adriano, puso murallas en su imperio para ganar. Ambos nacieron en Santiponce, pero el Barça no recitó los versos de Rodrigo Caro «estos, Fabio, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron Itálica famosa». En la Roma se proclamó emperador del fútbol español y europeo.
Julián García Candau