viernes, octubre 4, 2024
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La nueva OPEL, sin el apellido GM

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La salida de la crisis de General Motors significa una nueva frontera en el capitalismo mundial. Estamos no tanto ante una noticia como ante un acontecimiento. El presidente Obama, que ha sido parte decisiva del proyecto de solución, ha dicho que le hubiera gustado no intervenir y que el futuro y la suerte de la empresa se hubiera resuelto por sí misma o en el libre juego del mercado. No ha sido posible y el Estado no se ha sentido con cuajo para mirar a otro lado y dejar que los dinosaurios mueran por inadaptación al medio.

GM tendrá otra oportunidad desde una división distinta, desde la disciplina de la suspensión de pagos y de la cancelación de derechos de buena parte de los integrantes de la compañía, desde los accionistas que lo perderán casi todo, a los acreedores, que pierden parte, los concesionarios, muchos de los cuales se quedarán sin negocio, y los propios empleados que perderán algunos de los derechos adquiridos.

Y la nueva GM, si es capaz de salir adelante, lo hará desde una posición secundaria, no como el líder mundial sino como un segundón, desplazado en su propio mercado y en todos los demás por asiáticos y europeos.

Lo que interesa a este lado del Atlántico, y en concreto en España, es la suerte de las filiales europeas de GM, de las marcas Opel (continental) y Vauxhall (Gran Bretaña). La sueca SAAB, que forma parte de la cartera de GM, está en venta en otro paquete y correrá su propia suerte.

Opel y Wauxhall forman un grupo con capacidad para producir en Europa más de dos millones de vehículos, aunque necesita aún patentes de la matriz y, sobre todo, recursos de un accionista que crea en la marca. Ese accionista puede ser un nuevo jugador en el mercado del automóvil que está llamado a una consolidación de fabricantes mundiales, lo cual puede ser compatible con la recuperación de algunas marcas con razonable especialización.

El nuevo accionista de Opel/Vauxhall será, si todo funciona conforme a lo previsto, una de las mayores empresas fabricantes de componentes del automóvil. Magna, de matriz canadiense y austriaca, aliada con un grupo ruso que quiere tener voz en ese sector exclusivo de grandes potencias industriales. Para la planta española de Opel, la de Figuruelas, la entrada de un nuevo jugador en el sector es más tranquilizadora que la de un competidor dispuesto a comprar para cerrar, para estrechar la competencia en un sector donde se gana poco y se arriesga mucho.

Rusos y chinos quieren ser alguien en el sector del automóvil, en Europa y en Asia, que es el mercado más prometedor. España es una potencia en el sector, aunque no cuenta con posición entre los que toman las decisiones últimas. Pero la industria tiene que jugar sus bazas, que no son pocas y que tienen siempre que ver con la competitividad, para estar presente en un sector que está en proceso acelerado de reajuste.

Fernando González Urbaneja

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