sábado, noviembre 23, 2024
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Oriente Próximo: momento de la verdad n.º 104

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Este lunes Obama recibe al líder judío Netanyahu. Por centésima vez se escribe que, dado el momento que vivimos y la personalidad de Obama, estamos en una situación pertinente para solucionar el problema de Oriente Próximo.

Las expectativas son grandes, las divergencias entre Obama y su interlocutor también. Netanyahu, flamante primer ministro, no reconoce que la solución del conflicto implica necesariamente la existencia de un Estado palestino. Habla de llegar a una paz con los palestinos, de mejorar su condición económica pero no de darles un Estado independiente.

Eso un rechazo de lo que sostiene la comunidad internacional, el Consejo de Seguridad de la ONU lo ha reafirmado esta semana, y sobre todo, de lo que propugna la Administración de Obama. Ya Bush lo había manifestado públicamente pero acabó transigiendo con los argumentos del anterior Gobierno israelí, que apuntaban que las divisiones palestinas, la existencia de Hamas… aconsejaban no precipitar el tema.

Obama parece tener más prisa. Su Administración cree que la prolongación del impasse en Palestina contribuye sustancialmente a impedir la estabilización de la zona, da enormes alas a la propaganda de Irán y empaña la imagen de Occidente y Estados Unidos en el mundo árabe presentándolos como practicantes de un doble rasero en los temas internacionales, etc. La embajadora americana en la ONU dijo esta semana que Estados Unidos busca resultados concretos y el vicepresidente Biden, en un discurso ante un importante lobby judío, manifiesta que la seguridad de Israel es capital pero que la existencia de dos Estados en la zona es inevitable. También se pronunció claramente en contra de los enclaves que Israel ha construido en tierra palestina.

Netanyahu pondrá pronto sobre la mesa el tema de Irán. Mientras sus gobernantes sigan deseando que Israel desaparezca del mapa, continúen buscando el arma nuclear y armando a Hamas, que controla una parte de Palestina, la posibilidad de lograr una paz seria con los palestinos es una quimera, etc. El argumento no hará excesiva mella en el Gobierno de Obama, que, como decimos, piensa que la intransigencia israelí sólo contribuye a pudrir la situación. Es obvio, con todo, que aun separando los temas Obama tendrá que dar alguna garantía al líder israelí sobre la amenaza iraní.

Obama, que consiguió dos tercios del voto judío en su elección, empieza a ser visto con desconfianza por ciertos sectores de la derecha de ese lobby en el país. Pocos días más tarde recibirá al presidente egipcio y al líder palestino Abbas. Ya vio al rey jordano y al rey de Arabia Saudí, cuyo plan de paz es apreciado por su Administración.

En otro orden de cosas, ante el desfile de dirigentes mundiales por Washington, habrá que ver en qué orden le toca a los de viejos países europeos.

Inocencio Arias

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