domingo, noviembre 24, 2024
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Sigue la guerra dentro de la Casa de los espías

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La renovación del mandato de Alberto Saiz como director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), a la que se opuso hace dos meses tanto el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, como la titular de Defensa, Carme Chacón, tal como adelantó este cronista, le traerá problemas al Gobierno y a su presidente, por la rebelión interna que hay en la casa de los espías españoles y por la forma de trabajar de quien, en su momento, tuvo la total confianza, por puro parentesco, del ex ministro de Defensa José Bono, el primero que lo nombró.

Apoyado sobre todo por María Teresa Fernández de la Vega y por el jefe de gabinete del presidente, José Enrique Serrano, y puesto en cuarentena por los ministros que, en teoría, más necesitan de su servicio (Rubalcaba y Chacón), la renovación de su mandato por otros cinco años que se decidió el pasado mes de abril ha acentuado las luchas internas que existen dentro del servicio.

En cinco años ha cambiado a una treintena de responsables en Inteligencia, operaciones, secretaría general y direcciones técnicas, y su peculiar forma de trabajar, mezclando su actividad oficial con aficiones particulares sufragadas, según se insiste dentro de la Casa, con fondos públicos, así como la utilización de aviones oficiales -el celebre Falcón que ha estado presente en toda la campaña de las elecciones europeas- y agentes que tienen que acompañarle para sus actividades de caza, pesca y submarinismo, han creado un ambiente poco ejemplar en una institución cuyos fondos económicos, en principio, tienen poco control.

El periódico El Mundo, que con la publicación de las primeras denuncias sobre las actividades privadas de Saiz en varios países de África y en México pagadas con fondos oficiales, que provocaron el efecto contrario a la denuncia y su renovación en el cargo, ha publicado pruebas gráficas de esas aficiones del jefe de los espías españoles, una muestra más de la guerra interna existente entre las distintas facciones dentro de la Casa.

Al parecer, la publicación se había demorado después de un almuerzo en el restaurante madrileño Zalacaín entre el director del periódico y el propio Saiz, que por lo visto quiso establecer un pacto con Pedro J. Ramírez.

La publicación de esas fotos, que se intentaron manipular para que no apareciese el rostro de Saiz, corresponden a unas jornadas de pesca en Senegal que, según se insiste, se pagaron con fondos del Centro.

En una comparecencia en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados, Alberto Saiz, que negó que hubiese estado de caza en Senegal (no habló de que se trataba de unas jornadas de pesca), sostuvo que los gastos de sus aficiones particulares los pagaba él, y atribuyó la información a la situación interna del Centro Nacional de Inteligencia.

Ante el eco que ha tenido la publicación de las fotos en las que aparecen varios agentes del CNI custodiando al director mientras exhibe un ejemplar de pez espada recién capturado, el ministro del Interior, y debido a todo tipo de especulaciones, no ha tenido más remedio que manifestar su «confianza plena» en Saiz añadiendo, además, algo tan obvio como su «radical» oposición a la utilización de fondos públicos para financiar actividades privadas porque, según él, los cargos públicos están «para servir a la gente y no para servirse de ella».

Lo más sorprendente es que el CNI, que no suele emitir muchas notas oficiales, ha hecho pública una en la que se afirma que no aporta más aclaraciones a la comparecencia de Saiz en la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso de los Diputados. Por lo visto habrá más capítulos… en esta guerra de espías, y de poder.

José Oneto

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