El avance del déficit público parece instalado ya en la primera línea de las preocupaciones económicas tanto del Gobierno como de los medios económicos. La última andanada que ha disparado las cifras al alza ha sido la queja de diversas Autonomías reclamando más dinero. Como Zapatero es persona que gusta de complacer a todo el que le escucha y como el dinero no sale obviamente de su bolsillo, el resultado ha sido un nuevo avance en las cuentas rojas del país, que en el año 2010 afronta un desequilibrio fiscal del 8,4% del PIB.
El déficit de este año 2009 es un misterio, aunque no falten las cifras tentativas para pronosticar lo que puede suceder al final de año. En junio se decía desde el Gobierno que el déficit sería del 8,1%, cifra que revisaba al alza otra anterior, de primavera, en la que se hablaba de un déficit del 5,8%. Estos días nos enfrentamos a una nueva previsión, del 9,5% del PIB. Es decir, casi el doble que hace cuatro meses. De aquí a finales de año puede pasar cualquier cosa, aunque el escenario más probable es que el aumento del déficit sea más liviano dado que el Gobierno ha puesto freno a la máquina de fabricar idea, es decir, a la lamentable producción de medidas estériles que se han traducido hasta la fecha en aumento del gasto sin constatación fiable de que ello se haya visto acompañado por un frenazo en la sangría del empleo.
Con precedente tan preocupante, que podría llegar a alcanzar el 10% del PIB cuando se hagan las cuentas a finales de año, el horizonte que se les reserva a las cuentas públicas es bastante tenebroso. Sin mucha convicción, menor credibilidad y ninguna base, el presidente Zapatero ha dicho que no habrá más aumentos de fiscalidad este año. Lo dice pocos días después de haber acometido la mayor subida fiscal de los últimos años, al elevar los impuestos indirectos ligados al consumo de gasolinas, tabaco y alcohol, unos 2.500 millones de euros de potencial recaudatorio en el mejor de los casos, quizás algo menos porque no estarán vigentes en año completo.
El horizonte que se le presenta a la economía española es, a la vista de estas cifras, bastante perjudicial con vistas a la salida de la crisis. El próximo año se da ya por supuesto que el déficit será del 8,4% del PIB y un año después será del 5,2%. No será hasta el año 2012 cuando podamos ver una cierta contención, con el déficit en el 3%, que es lo que nos exige Bruselas y nuestra condición de miembros de la Unión Monetaria. El papel lo aguanta todo, como suelen decir los economistas, de modo que estas cifras no son más que previsiones o incluso cálculos bienintencionados, cuyo cumplimiento está sujeto a muchas variables.
Tres años seguidos de incumplimiento de los límites del déficit impuestos a los integrantes de la Unión Monetaria, y por lo tanto a España, son un periodo de tiempo excesivo habida cuenta de que el exceso de déficit en el que va a incurrir la economía española respecto al 3% tolerado, sumando los tres años de la crisis, será el equivalente a un 14% del PIB, una auténtica losa que no sólo habrá que contemplar con pavor: será necesario, además, financiar cifras de esa cuantía. Lo de la financiación tiene su complejidad, ya que en plena carrera de multiplicación del gasto y de aumento del déficit, los mercados internacionales, con la inestimable ayuda de las agencias de calificación, van a juzgar muy severamente a aquellos emisores de Deuda que, como España, han mostrado una muy escasa capacidad de controlar sus cuentas públicas. Esto se suele traducir en aumentos de los tipos de interés y en una prima de castigo al coste de la financiación pública. Desgraciadamente, el coste de la deuda privada seguirá los mismos pasos. Total, que al perro flaco todo le salen pulgas.
Primo González