Acusar al presidente del Gobierno de carecer de ideas, de no tener un proyecto político claro, se ha convertido en un lugar común del análisis político, por llamarlo de algún modo. Sin embargo, ahora que Zapatero parece tener decidido el cierre de la central nuclear de Garoña en el 2011, se le ataca asegurando que su postura es ideológica. Entre las grandes ideologías, que son, por orden alfabético, el anarquismo, el conservadurismo, el feminismo, el liberalismo, el marxismo y el socialismo, la energía nuclear no ocupa ningún lugar, probablemente porque no existía cuando se formularon: hablamos de los siglos XVIII y XIX.
Siendo, además, la ideología un conjunto de ideas, resulta verdaderamente admirable sostener que Zapatero carece de ideas pero rebosa ideología: sólo los tertulianos más curtidos lo consiguen. Quienes no logramos tales portentos, por apego a las grises obligaciones del rigor semántico, preferiríamos que la posición del presidente se calificara, por quien así lo crea, de equivocada. Aunque, claro, eso obliga a explicar dónde reside el error.
Y se prefiere presentarle como un recalcitrante, con trazas progres y una remota adhesión a valores propios de la izquierda de los años 60 y 70 que no constituyen una ideología, pero puede hacerse pasar por tal. El caso es juzgar su decisión sobre la central de Garoña como fruto residual de una mente trasnochada en estos tiempos postideológicos, para acabar proclamando que no sólo él, sino también todos cuantos ponen reparos a las centrales nucleares, son unos antiguos. El razonamiento hace pasar por moderna la energía nuclear, despachando -a veces por acción, a veces por omisión- como caducas las energías renovables, tan recientes, en realidad, que ni siquiera han alcanzado una mínima parte de su desarrollo potencial, como por otro lado reconocen sus detractores sin rebozo. Si tras todo esto no hay una perversa manipulación, que baje Orwell y lo vea. Así no hay manera de seguir el hilo razonado de la discusión: la confusión deliberada siembra más dificultades en el debate nuclear que su carácter técnico, otra argucia de los expertos supuestamente desideologizados.
Por si quedaran dudas de las hechuras orwellianas del debate, los referidos tertulianos las disipan proclamando que Zapatero se halla preso del lobby ecologista, dando por hecho que tal cosa existe. ¿Creen que levantan su voz contra el lobby de las eléctricas, sobre cuya existencia hay consenso general? ¿Creen que lanzan una sola palabra contra esas compañías que querrían mantener abierta Garoña porque ya ha sido amortizada y sólo les puede reportar beneficios económicos? Eso ni lo mientan. Y no entiendo por qué, pues las eléctricas actúan como está mandado, sin la menor consideración ideológica: sólo les mueven sus intereses. Y a esos tertulianos ¿qué les mueve?
Irene Lozano