Se cumplen hoy once años desde que apareciera el primer número de ESTRELLA DIGITAL, el que ha sido el primer diario electrónico de habla hispana en España y en el resto del mundo. Una apasionante aventura y experiencia que se adelantó en su tiempo al que ahora se configura como el presente y futuro del periodismo escrito, e incluso audiovisual, gracias a las enormes e inagotables posibilidades de este mágico soporte mediático, y de alcance mundial, que ha ensanchado de manera ilimitada el campo de la libertad y ha dado paso y sentido al mundo global y comunicado en el que vivimos.
ESTRELLA DIGITAL -como en su día el diario El Independiente- nació como un intento de abrir en España la información y la opinión a nuevos espacios no controlados por el vigente modelo de periodismo partitocrático que impera en nuestro país, en connivencia con importantes poderes fácticos. Y lleva ya once años defendiendo su modelo de periodismo independiente, a pesar de que los últimos gobiernos de este país, primero el de Aznar y sobre todo el de Zapatero, han hecho todo lo posible para frenar el definitivo despegue de la prensa digital, excluyéndoles -ilegalmente- de la publicidad estatal, de su presencia en los grandes medios públicos audiovisuales -donde sólo son tenidos en cuenta los diarios impresos-, de las exclusivas informativas (grandes entrevistas, informes especiales y cuestiones de fondo) e incluso de las propias revistas de prensa de la Presidencia del Gobierno español.
Y todo ello por la sencilla razón de que los gobernantes prefieren tratarse con los grandes grupos de comunicación -que en plena crisis económica comen de su mano-, mientras que los medios digitales suelen escapar con más facilidad a los controles y las influencias políticas y fácticas, por más que «los comandos» de tertulianos de partido también buscan el inundar y pudrir el libre debate democrático en la red de internet, donde también y, por motivo de la crisis económica, nadie está exento de serios problemas económicos, como ocurre con el resto de los medios de radio, televisión o diarios de papel.
El periodismo digital está, sin embargo, en pañales, sobre todo porque aún nadie se ha atrevido, o no ha convenido -sobre todo a los grandes grupos editoriales- traspasar de manera completa y definitiva el ritmo vertiginoso de la información diaria. Y no digamos de la información on line sin un límite de tiempo, veinticuatro horas al día, y con todos sus soportes en la plena actividad: textos escritos, audio, vídeo, conexiones en directo con los grandes acontecimientos de la actualidad, despliegue de documentación y toda clase de apoyos informativos, como el análisis y la opinión. Muchas de todas estas posibilidades ya están en marcha y en práctica, con mayor o menor intensidad, pero queda mucho por hacer.
Y en nuestro país de manera especial, porque este Gobierno que presume de un cambio de modelo de crecimiento y de desarrollo del I+D+i no cesa de poner freno a la información general para evitar el pluralismo, dar sitio a todas las noticias, ideas y opiniones y ensanchar, en definitiva, el campo de la libertad, al que no podrán ponerle puertas, aunque sí lo pueden retrasar y en ello están. Pero pierden el tiempo y el esfuerzo porque ya es demasiado tarde para frenar esta imparable y maravillosa realidad.
Pablo Sebastián