lunes, noviembre 25, 2024
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Cruce de golpes en Honduras

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El estallido coral del orfeón bolivariano ha identificado de forma instantánea la índole del lío hondureño, que ha rematado de momento con la expulsión militar del presidente Manuel Zelaya. Un singular suceso que llega precedido de la destitución -que luego, Zelaya dijo, no fue tal- del jefe del Estado Mayor del Ejército, después de que el jefe del Estado quisiera adosar a una consulta electoral ordinaria -contra el criterio de la jurisdicción competente- otra, de su propia iniciativa, para un cambio constitucional en el país; cambio en cuya virtud, de haberse aprobado, habría permitido a Zelaya lo que el último referéndum venezolano permitió a Hugo Chávez. Es decir, continuar en el poder.

Y sabe el lector para qué. Para quebrar el principio de alternancia, consustancial al modelo de democracia parlamentaria o de libertades, y establecer el opuesto paradigma de democracia para la igualdad, que es la que corresponde al planchado sistémico de la mano del socialismo totalitario establecido en Cuba; modelo recreado (o en trance de serlo) en Venezuela, y desde ahí, en dinámica de clonación a todo gas -revolucionario-, en Bolivia y Ecuador y un etcétera que aspira a ser extenso.

Los siete países sudamericanos integrados en el proyecto ALBA, impulsado por Cuba, y abanderado por un Hugo Chávez montado a pelo sobre la chequera de los petrodólares, han expresado de una u otra manera su solidaridad con el mandatario depuesto. Y, como no podía ser de otra manera, el caudillo bolivariano, golpista al que golpearon en su día, ha llegado a proferir las amenazas de ritual en estos casos. Cuando no son ellos quienes sacan las tropas a la calle.

Pero como suele casi siempre ocurrir, no resultan las cosas en Honduras como ellos han presentado al mundo, rasgándose las vestiduras al unísono. El depuesto Manuel Zelaya, como la autoridad electoral hondureña había puesto de manifiesto, carece de la facultad de iniciativa para incoar un proceso constituyente en su país. Y es éste el mismo asunto que se planteó en Bolivia. Se trata de una extralimitación presidencial. Iniciativa de tal naturaleza no figuraba en el mandato para el que fue elegido. Los arranques conforme a ley de los procesos constituyentes se deben a los procedimientos establecidos normativamente, no conforme el arbitrio del jefe del Estado ni de nadie.

Vamos a ver quiénes son ahora en la OEA quienes pierden los papeles y cuáles los que se arrugan ante la presión de una marejada con algo más que sólo talante totalitario. Y es de notar, además, cómo en el vecino El Salvador, su presidente Mauricio Funes, que procede de las huestes guerrilleras del Frente Farabundo Martí, y recibe ofrecimientos de Hugo Chávez, reacciona ante la vecina situación hondureña. Que será todo un test para él.

En el momento de escribir esta nota la situación en Honduras es fluida, con la fuerza militar desplegada sobre los puntos estratégicos de Tegucigalpa y, mientras se ignora todavía quién es la «autoridad» que controla el estado de cosas, no cabe prever cuál será el giro de los acontecimientos, más allá de los choques puntuales que son previsibles por las actuaciones de partidarios de Zelaya. Entre los que no figuran, por cierto, los cuadros de su propio partido, el Liberal.

José Javaloyes

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